jueves, 24 de septiembre de 2009

Te llaman por tu nombre pero
tu nombre no es más que una etiqueta.
Nadie te llama como en verdad te llamas
dentro de tí, donde nadie ve ni nadie sabe
donde eres tú en toda tu crudeza y no requieres
disfraces ni concesiones
ni de disculpas por enarbolar una bandera.
No pueden llamarte por el escalofrío
que recorre tu espalda cada vez que tus pies
entran en contacto con la acera.
Ni conocen de esas variables
que nunca ven la luz pero que tú contemplas
cada vez que empiezas a esgrimir un buenos días
y ves nacer en otros labios la respuesta.
Tampoco te definen esas normas de etiqueta
y pocos tienen poco más para juzgarte
si cada encuentro es un reflejo de una iniciativa
que se ve diluida al filtrarse entre las viejas reglas
y el espectáculo de un baile de aprobaciones.
Pero eres un ser humano
y vives en la función del veintiuno .
Eso significa que nadie te conoce más allá de tus facciones.
Tu soledad abarca todo aquello
que queda fuera del alcance de las convenciones.

No hay comentarios: