Si no hubieras vivido en un barrio casi marginal de San Francisco, te hubiera dicho la verdad. Que no era un famoso torero de gira por Latinoamerica, que sólo lo fingí para que te interesaras por mí. Porque me pareces muy bonita.
Si no hubiera comprobado, cuando salimos a fumar a la escalera de incendios, que los trozos de acera que ya no cubría la luz de las farolas estropeadas de tu calle habían sido tomados por vagabundos, hubiera puesto mi mano sobre tu cadera cuando nos quedamos a solas en tu pequeña cocina. O cuando me ensenaste la habitación en la que compartes cama con tu amiga.
Pero me dio miedo que algo saliera mal y me echaras de tu casa, allí donde ningún taxi se aventuraría sin ser previamente convocado.
Por eso no te besé, ni hice nada de lo anterior.
Y por eso no puedo llamarte ahora.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario