Me diste la mano detrás de tu espalda
y, con un batir de pestañas,
me prometiste un viaje a un lugar secreto;
un espacio escondido
a medio camino entre la frontera y tu casa,
resguardado a la sombra de tus muslos morenos
bajo la protección de ciertas cosas
que no hace falta decirnos
y la seguridad de una promesa de caballero.
Esta noche, ya veremos mañana,
eres todo lo que quiero,
pero al irme a la cama solo como suelo
sé que he vuelto a desfasar
el compás con el tiempo.
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