miércoles, 9 de mayo de 2012

El rojo y líquido elemento

Sangre, sangre, sangre.
Lo que nos une y nos separa.
Tú, con tan poca sangre.
Yo, parece que tenga demasiada.
Tu sangre, fría y quieta.
Reposada. Inalterable.
Más que sangre,
una estatúa que la representa.
Más que sangre,
se diría que una foto suya
es lo que te ocupa las venas.
La mía, en cambio,
es sangre.
Sangre de verdad.
Sangre, sangre, sangre.
Todo lo real que llega a ser.
La mía es,
más que ninguna otra,
fluída, hemoglobínica
y débil.
Hierve antes de que lo haga el agua y,
cuando me atraviesan
tu mirada
y
tu silencio,
arde.
Tu sangre y mi sangre
son incompatibles.
Cerca de la tuya,
la mía se revuelve y reacciona.
Duele.

Sangre, sangre, sangre.
Lo que nos une y nos separa.
Más lo que nos separa.
Es por eso que ahora
me abro los brazos,
la carne,
las venas;
para que salga toda
y ya no moleste.

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