miércoles, 3 de junio de 2009

Has tenido que perder mucho en muchos rincones oscuros
para tener tan rota la sonrisa
para que esos ojos digan que has visto
el fin y el principio de las cosas.
Dime, ¿llevas el lamento implícito en la herida?
¿A qué huele tu olor cuando olvidas
sólo por un momento
todo ese dolor, todo ese sufrimiento
y vuelves a ser por un momento una niña?
Pero no es fácil no recordar ¿verdad?
Ni siquiera unas olas gigantes podrían borrarte la memoria
podrían callar los gritos en la noche
que tu cabeza recrea
porque después de tanto tiempo
no se hace al silencio de la madrugada
no se cree no seguir en el infierno.
Encuentra complicado perdonar a tu especie.
Tú has oído como rugen los leones al comienzo
mientras los bebés lloran desconsolados
sus cuerpecitos empapados de un miedo irracional
a nacer
mientras las figuras negras les escoltan desde el limbo
y tú intentas susurrarles que todo pasará
aunque a ti te duela cada nervio de cada músculo
cada gota de sangre en tus venas.
Aunque sepas que no es cierto, aunque mientas.
Pero no te oyen, y tú lloras con ellos.
¿Por qué sigues vagando por esos callejones?
Nadie nació nunca para sufrir tu calvario
pero no es tu estigma, ni tu cruz, no es tu destino.
Ni tu condena.
A ti, que se te ha quedado pequeña
esta mezquina porción de tierra, después de todo
sólo te espera la luz, el blanco cálido tras cerrar los ojos
y luego el cielo. El cielo. El cielo...El cielo.

No hay comentarios: