No levantas los ojos del suelo, y puedo adivinar por tu perfil que, en cualquier caso, los tienes cerrados. También puedo entrever una sonrisa, que intentas controlar apretando suavemente los labios. Tienes el brazo derecho flexionado, sujetando una copa, y el izquierdo esta levantado, erguido y estirado, tu biceps rozándote las sienes, la mano entrecerrada. Tu brazo izquierdo marca el lugar y le sigue camino del suelo tu vestido negro ajustado. No sé si escuchas la música, sólo existes para tu baile y no has cambiado tus movimientos para hacerlos acordes a la canción. Así que la música ha decidido tomar cartas en el asunto y ahora se acomoda a tus suaves movimientos. Levemente mueves tu muñeca izquierda marcando un lento compás,mientras trazas una suerte de círculo en la pista de baile. Si no te llevara viendo todas las noches desde hace mas de 4 años juraría que eres una visión. Los cabellos de tu larga melena rubia se mecen tranquilamente siguiéndote, todos a la vez, sin descomponerse, como si, al igual que la música, hubieran hecho un pacto con tu particular armonía. Eso o que nada en ti está pensado para desentonar. No te he visto nunca la cara, no sé si te la veré esta noche. Tampoco me importa, mientras pueda seguir contemplandote al bailar. La gente no se acerca mucho, los demás bailarines, las parejas, te ceden un espacio para ti, a pesar de que el local está atestado esta noche, como todas las noches. Poco a poco se alejan más y más, y al poco tiempo van desaparaciendo, como una niebla. No sé si realmente es así o es como quiere verlo mi cabeza, pero otra vez sólo estás tú, como cuando cierro los ojos por la noche. Espero que aún quede tiempo para que amanezca, si no te importa, voy a quedarme aquí observándote, aunque se hayan ido todos y la música se apague.
domingo, 9 de agosto de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario