jueves, 24 de junio de 2010

Este es un consejo para los niños; atentos chicos. Bueno, son varios. Atentos igualmente.
Lo más importante es que no os quedeis mirándola fijamente mucho rato. Cuánto menos, mejor. A intervalos cortos, si acaso. Si la miras mucho rato acabarás encontrando todos esos detalles que la hacen única. Creerás que nunca viste a nadie sonreir de esa manera, y que ni siquiera los bebés son tan adorables cuándo hacen pucheros- "Lo mejor es que ni siquiera lo hace a posta", pensarás. Pobre de tí, estás perdido.- y que aunque se enfade y te grite le queda muy bien ese ceño fruncido. No te quedes mirando, no busques todo lo que es especial en ella, si te enamoras de sus caras y sus gestos nunca podrás salir del laberinto. Concéntrate en las tetas, el culo, en esas cosas que tienen todas. Ahí está la seguridad. Todas tienen tetas, y siempre hay alguna con mejores tetas. Eso es una ley, como la gravedad o Murphy. Hazme caso, sé de lo que hablo.
Yo antes entendía mucho de tetas.
Ahora ya no sé tanto, pero me siguen gustando mucho, espero volver a estar pronto en la brecha.
Bueno, pero ese no era el tema, divago. Y además esto no es para niños. Los consejos sí, claro, lo de las tetas no. Bueno, ya me entendéis.
No la idolatréis, eso es muy importante. Es un ser humano, imperfecto como vosotros. De hecho, casi siempre mucho más. A veces puede ser muy irritante, lo imperfecta que puede llegar a ser. Dicen "lo que pasa con las mujeres es que son muy complicadas". Qué va, lo que pasa realmente es que están mal hechas, ésa es la verdad. En serio.
No hay que esperar que actúen de manera lógica, ni siquiera en su propio beneficio, es decir, cuando algo es potencialmente bueno para ellas. Ni aunque de hecho quieran, no te puedes fiar. Aunque sepa- ella, me refiero- que algo es bueno para ella y se muera de ganas de hacerlo, es muy probable que no lo haga. Eso es así. ¿Será por algo genético? No tengo ni idea, preguntadle a un científico. Pero eso es así. Aquí y en Corea.
A ver, qué más cosas no tienes que hacer... Veamos... No quedarte mirándola sonriendo como un bobo. Y qué mas... que nunca note que te estás enamorando, sé un tipo duro y todo eso... y también... y también... Bueno lo de pasar de ella, no sé yo nunca he sabido hacerlo, siempre parezco borde o doy la impresión de estar enfadado. Nada casual. Pero, oye, tú puedes probarlo. No me mires así, es sólo mi opinión. Mierda, si no quieres mis consejos ¿para qué estás escuchando? Bueno pues si no querías ofender, mejor cállate. Así seguro que no ofendes a nadie. Ahora me he perdido, no sé por dónde iba. Joder, ¿ves lo que pasa?
No sé que te iba a decir, tenía una lista enorme de cosas que nunca se deben hacer.
Bueno mira da igual, lo he pensado mejor. Olvidad todo lo que te he dicho, vosotros intentad pasarlo bien con ella, disfrutad del momento y haced las cosas lo mejor que sepais. Así sólo os equivocaréis más o menos un 92% de las veces, que no está mal, es poco menos que la media.
No se pueden dar consejos sobre qué hacer o no hacer cuando por fín la encuentras, realmente. Sólo puedo decir que hagas las cosas según te sientas, y según se te vayan presentado. El escenario suele ser el que abre posibilidades, tú sólo estate atento a ellas, para no perderlas. Las oportunidades.
Y sobre todo mucha suerte. Muchísima.
Siempre os faltará suerte, eso también es ley.

jueves, 10 de junio de 2010

Geografía nueva

Pienso en recorrer tu cuerpo con un lápiz
trazando a línea discontinua cada ruta,
tus caminos secretos y callejuelas ocultas.
Las vías muertas que dan a patios interiores
llenos de naranjos y esquinas oscuras.
Medir todas tus distancias con un compás de punta
forrado de algodón para que no te duela.
Darte el visto bueno y aprobar nuestro proyecto,
empezar a construir ya mismo, esta noche.
Formarme un mapa detallado en mi cabeza
y borrarlo para volver a empezar cuando yo quiera
o cuando tú me dejes, que no es lo mismo.
Recomendar tus lugares de interés
que no son pocos
y vivir en ti una temporada,
dormir en tus paradores y en tus áreas de descanso
para despertarme oliendo a lo que huelas.
Y luego, cuando pase el tiempo y ya no pueda
encontrar más recovecos
quiero llorar con la cabeza hundida entre tus pechos
como un niño perdido,
tus dedos jugando a inventar rizos en mi pelo.

viernes, 4 de junio de 2010

Popurrí

Aquella vez hablaste y te vi vocalizar confetti. Detrás tuya el cielo se dividía en dos; luz y oscuridad cada una a un lado. Y seguías diciendo tiras de colores, que se enrollaban y daban vueltas en el aire.
Los demás no parecían darse cuenta, ni de eso ni de ese cielo partido, y tampoco vieron lo que vino después. Nada de aquello.
No vieron el día que tembló la Tierra y tú, toda entera de color rosa, escupiste cuchillos. Cuchillos dentados como sierras, cuchillos malayos curvados como un signo de interrogación. Puñales toledanos. ¿Por qué lo hiciste? Te sentaba mejor el confetti, esas brillantes tiritas arcoiris.
Aunque a lo mejor no fue tampoco aquello, el confetti, puede que fueran serpientes, culebras, o tan sólo esparadrapo verde. No sé.
Ahora, si no me equivoco, desde la última vez que miré, escupes un frío y húmedo silencio, que escapa de tus labios en forma de volutas con billete de vuelta. Tú quieres decir, pero el hielo sale para volver y explotar en tu boca, de donde vuelve a salir de nuevo. Y no se acaba el ciclo, y tú no dices nada. Y yo sólo creo ver ese silencio que se dibuja porque el silencio es transparente como el agua, como el plástico y la muerte.
Digo tú quieres decir pero en fondo sólo lo creo.
Cuando recuperes la facultad del sonido y del bien, ¿querrás decirme, surtidor de silencio, cuando será fiesta otra vez, de nuevo?
¿Cuándo volverá a ser mi cumpleaños y cuándo te volverán a crecer las coletas y la inocencia?

Tu rostro mañana

Sonríe y di que sí. Di que sí vamos, ¿por qué no? Piénsalo un momento, no sabes dónde estarás mañana, no sabes quién seras tú, quién seré yo y si tendremos siquiera la misma cara. Quizás me mires y no me reconozcas, o sea yo el que no sepa de qué te recuerdo. Sólo sé que no será hoy, y no seremos nosotros, no de la misma manera. Otros. Di que sí... nunca se sabe cual es la última oportunidad, el último beso.

martes, 1 de junio de 2010

La belleza de la balanza

Resulta tranquilizador saber que estás en paz con el karma. Si crees en esas cosas, claro. Haber zanjado tu deuda con una fuerza que nunca olvida te proporciona cierto colchón de seguridad, al menos durante un tiempo. Pero tampoco se debe olvidar que el karma es un boomerang muy cabrón, vuelve con más fuerza que con la que fue lanzado. Hay que andarse con pies de plomo.
Aunque, si quereis mi opinión- humilde siempre-, el karma podría irse a tomar por culo.