Es un procedimiento metódico y barato
tan antiguo,
que quizá hayas escuchado rumores sobre su funcionamiento:
sabrás de su motor
que no responde a la costumbre ni a la inercia
y no,
no se explica en el amor,
si no todo lo contrario.
El amor se olvida o bien,
para ser mas preciso,
se diluye en la bilis propia del rencor
y el rencor te acompaña siempre.
Los recuerdos en los que vivo,
el procedimiento del que hablo, que los sostiene,
tienen su raíz en la más profunda negación:
aún hoy no me creo que perdiera,
que te haya perdido
y al abrirse la puerta del tugurio donde espero
perdido entre la arena sucia y las palmeras
busco siempre de reojo el comienzo de tu cuerpo
y el anuncio inequívoco de tu olor,
así,
cada mujer que no eres tú me sabe a otra derrota
y yo puedo brindar por el error.
Sé que hoy, que ahora, no te quiero.
Lo sé tan bien como que el Sol saldrá mañana
y estoy tan seguro de ambas
como de que no vas a volver.
Nunca antes en mi vida, ni de niño,
econtré una fe tan cierta.
Y sin embargo, me pregunto,
presa del procedimiento métodico, barato y antiguo
si nuestro amor estertóreo, reliquia ácida
pesará tanto como el mejor salvoconducto.
¿Qué recordaré si finalmente cruzas este último umbral?
¿Puede un abrazo que quedó truncado
recuperarse en adelante de manera
que siga conservando el preciso calor
y engañe a los sentidos para fingir que no ha pasado el tiempo?
Si entras en el bar y me ves
bebiendo en la barra de dos vasos
te lo ruego: date media y vuelta y vete.
Aunque uno de ellos sea tuyo y conserve todavía tu carmín,
prefiero sufrir con la pregunta que enfrentarme a la respuesta.
Y nunca pude resistir la forma en que tus labios
toman forma para producir la palabra "hola".
"Hola" suena mejor de tu boca que de cualquier otra.
Aunque ahora ya no lo recuerde.
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