jueves, 19 de enero de 2012

Alguien o algo te espera en casa

Me he comprado unas zapatillas por Internet. Llegarán, aproximadamente, un par de días después de que yo me haya marchado de nuevo. Esto quiere decir que no las veré, ni podré hacer nada que tenga que ver con ellas, hasta que vuelva, dentro de 4 meses. Me estarán esperando aquí, probablemente aún dentro de su caja y para mí serán un misterio durante todo ese tiempo. Una vaga idea, no totalmente formada en mi mente. Casi una sospecha. No será hasta que las sostenga entre mis manos que pueda comprobar si su textura es la que imaginaba, sus materiales del color exacto que intuí en la pantalla del ordenador. No podré decir antes si me quedarán bien, si harñan juego con mis vaqueros como creía cuando las compré. Pensaré en ellas como se piensa en el futuro o en la muerta, sin alcanzar a formar una idea completa, siempre difuminada.
Su vida útil no comenzará mientras no regrese, esperarán aquí, en suspenso, inmaculadas, hasta que eso ocurra. Una promesa de pasos futuros, presas de un anhelo de rendimiento óptimo. Un monolito. Un pacto tácito de que algún día yo he de volver aquí, aunque sólo sea para recoger mis zapatillas y volver a partir.

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