Tú y yo carecemos de volumen
y peso propio.
Nos conforma un catálogo de coincidencias,
una sucesión de encuentros fortuitos
y nerviosos.
La ausencia de planes mejores.
Nuestras despedidas
titubeantes y desordenadas
(¿era éste quizá el momento
de besarla?)
nos delatan.
La torpeza, digo,
es evidente entre nosotros.
Nos falta entidad,
podría intuirse que futuro.
Tú dices que la vida es complicada.
Yo digo:
"No tienes que decir nada"
pues somos prolíficos en el uso
de lugares comunes.
Tampoco es que nos preocupemos
en exceso;
estamos a la espera de algo
como el que intuye que
éste no es uno de esos momentos importantes.
Somos como una pausa para los anuncios
que parece que ya dure demasiado.
Pero, ¿vamos mañana a tomar algo?
Sí, claro,
¿por qué no?
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