sábado, 9 de mayo de 2009

El regreso de las velas

La electricidad se está fugando
deserta, abandona nuestro hogar
escapa radialmente en dirección a las afueras
miles de millones de pequeñas estrellas que se llevan nuestra luz.
Nos deja a tientas en la oscuridad
oyendo los lamentos del cobre ahora vacío y frío
desnudo, sin sentido ni justificación.
Rodeados de una vasta negrura que lo envuelve todo
que lo ha engullido todo, hasta nuestra voz.
Nos deja a solas con nosotros.
Y yo voy a tocarte todo el tiempo que dure
esta noche impuesta
voy a palpar tus rasgos, acariciar tu boca,
voy a recorrer tus clavículas con las yemas de mis dedos
tus hombros
voy a encontrar tu ombligo, oler tu piel.
Quiero hacer trabajar a mis sentidos,
es la oportunidad de reconocernos
de volver a conocernos. Como la primera vez.
No hacen falta nombres, adjetivos, direcciones
sólo necesitamos nuestras manos, nuestros cuerpos, ganas
de empezar de cero.
Sin televisión, sin lavadora, sin distracciones
sólo esta opacidad eterna, medieval
que no entiende de interruptores ni estratagemas.
Tú y yo. Bautizándonos con la pantalla fundida en negro.
La electricidad, su ausencia, nos brinda
la oportunidad de enamorarnos de nuevo.

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