lunes, 4 de mayo de 2009

Vicios y pruebas innecesarias

"¿Qué tal, que haces tú por aquí a estas horas?¿De donde vienes?"
"Anda hola...Pues me pillas volviendo a casa. Vengo de hacer una visita turística por la ciudad, se la estaba enseñando a una chica muy guapa, a la novia de otro. No había visto la catedral y no podía permitirlo, no había recorrido Sierpes ni había visto dónde ponen los Palcos en Semana Santa, no había paseado por la carrera oficial ni nadie le había dicho cómo se siente uno al entrar en la catedral de madrugada, cuando no hay nadie más que tú y tus hermanos, y lo único que alumbra ese vasto juego de arcos son las luces de los cirios que portamos y cuya llama retumba con la voz de las oraciones del Hermano Mayor, temblando pero sin llegar a apagarse nunca. Sabes lo que me gusta pasear por estas calles, más si es con alguien interesante, más si está amaneciendo por detras de los edificios y las calles están desiertas esperando a que nosotros las justifiquemos, sabes lo que me gusta arrancar una sonrisa a una desconocida y el enfermizo placer que siento al enamorarme de ella durante ese paseo que compartimos juntos y saborear la amargura de saber que ni es ni será mía más que nada porque no le interesa. Luego la he visto marchar, he metido las manos en los bolsillos y he venido paseando hasta aquí pensando en ella y sonriendo al darme cuenta de lo ridiculo que resulto a veces"
"Vaya...y,¿ qué tal estas ahora?"
"Bueno, ya sabes. Bien. No es la primera vez y... es una ciudad tan bonita."

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