Aquella noche en la discoteca
una aparición maldita.
Tu cara...
Estaba allí pero también en otra parte,
un holograma de un cuerpo
que habitaba otro país, otro planeta
a muchos rios y estrellas de distancia.
Y, sin embargo, tus ojos
decían claramente "no" como si tú
tu verdadero tú y no aquel espectro
me los susurrara al oido entre el estruendo
y no sólo deslizara en él palabras
si no veneno también
que habría de matarme desde esa madrugada
hasta hoy, para seguir haciéndolo mañana
y después, mucho después.
Dulce y miserable veneno
¿por qué no pudo tu boca al menos
deslizarlo mejor sobre mis labios?
Tu nombre no lo dice pero
hueles a todo lo que he querido oler alguna vez
y a muerte.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario