domingo, 31 de enero de 2010

El sexo de los ángeles

Aquella noche en la discoteca
una aparición maldita.
Tu cara...
Estaba allí pero también en otra parte,
un holograma de un cuerpo
que habitaba otro país, otro planeta
a muchos rios y estrellas de distancia.
Y, sin embargo, tus ojos
decían claramente "no" como si tú
tu verdadero tú y no aquel espectro
me los susurrara al oido entre el estruendo
y no sólo deslizara en él palabras
si no veneno también
que habría de matarme desde esa madrugada
hasta hoy, para seguir haciéndolo mañana
y después, mucho después.
Dulce y miserable veneno
¿por qué no pudo tu boca al menos
deslizarlo mejor sobre mis labios?
Tu nombre no lo dice pero
hueles a todo lo que he querido oler alguna vez
y a muerte.

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