miércoles, 4 de junio de 2008

Da igual lo fuerte que llueva. Es lo mismo.
Sigo oyendo tus gritos a veces.
Otras tu voz. Tus susurros.
Por entre cada gota que cae en el mirador.
No lo tapa la mayor tormenta. No
lo cubre algún trueno que otro
de esos que a veces rompen el cielo de Madrid.
Tú ya no los oyes, estás lejos. Se ha quedado tu voz.
Las compañías aéreas no negocian con voces
ni recuerdos. No entra en el precio.
Cosas de ahorro y política de billetes.
No sabría decir
si les guardo rencor. Pero el hecho es que aquí sigues.
A veces en forma de risa. Otras… no.

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