Es algo decididamente fascinante
el mirarte cuando dejas de ser tú
para dar paso a la otra
esa cuya piel huele a champú
por cada uno de sus poros
porque se ha duchado
en vano
hace unas horas.
Tanto como para querer dejar de hacer
lo que estoy haciendo y sólo
ver cómo te retuerces, cómo te transformas
en esa, en ti, en ella
la que se aparece con los ojos entrecerrados
y su boca de puñal entreabierta.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario