Recuerdo: Imagen que se tiene en la memoria de un momento del pasado.
Memoria: La capacidad mental que posibilita a un sujeto registrar, conservar y evocar las experiencias (ideas, imágenes, acontecimientos, sentimientos, etc.). El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española la define como: «Potencia del alma, por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado». En serio.
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Hay ciertas cosas que me gustaría olvidar. Pero algunos momentos caminaron con pies ardientes sobre mi cerebro y sus huellas pronto mudaron a cicatrices.
Rastros caprichosos de otro tiempo- ¿cómo iban a no serlo, si provienen de ti?-, manchas rebeldes y resecas sobre la alfombra descolorida que voy dejando atrás.
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Los psicólogos y neurocientíficos están generalmente de acuerdo en que el hipocampo tiene un papel importante en la formación de nuevos recuerdos de los acontecimientos experimentados, tanto episódicos como autobiográficos.
No pretendo ponerme científico, así que hagamos como que el hipocampo es la parte del cerebro que se ocupa de la memoria.
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Cierro los ojos y, a veces, veo- ¿captáis la paradoja?- un fogonazo de un balcón al cual no quiero volver. Procede de una región del globo en la que fui profundamente infeliz y donde algún día, estoy convencido, deberé volver para morir. Nada bueno me aguarda allí, es un lugar maldito. Y me persigue cuando todo está oscuro.
Ese balcón da a un muro cubierto de maleza. Abajo, un patio descuidado está esparcido todo de hojas secas y algo de basura.
Ese balcón pertenece a un cuarto. Un cuarto lleno de dolor en el que se encuentra un tipo que fue yo hace mucho tiempo. O yo fui él, llegados a este punto me confundo. Por fuera se parece a mí, y por dentro. Pero no me reconozco en él. Se parece, y sin embargo... Es otro. Aunque nadie lo diría. Es para mí un extraño.
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El hipocampo está situado en la parte interior del cerebro, rodeado de otras áreas vitales del mismo. Está, como dicta el cruel sentido del humor de Dios, bien protegido. Para destruir los recuerdos antes hay que destruirse a uno mismo. No es posible hundirse un taladro en el cráneo y destruir la memoria sin antes perforar, por ejemplo, el área sensorial del lenguaje y el lóbulo temporal (que se encarga de llevar a cabo labores visuales complejas, como el reconocimiento de rostros). Y tú, ¿qué estarías dispuesto a sacrificar por olvidar?
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Ese doble de la habitación, ese mellizo que fuma tanto que tiene los dedos amarillos, es una versión de mí que murió en alguna esquina del pasado. Un aborto de lo que pudo ser y no. Ya no me parezco en nada a él y me asusta porque, entonces, ¿quién es el real? ¿Ese perdedor, o la sombra que habita en mí ahora y que escribe esto? ¿Soy alguien en cualquier caso, si cada poco tiempo me convierto en un desconocido para mí mismo? ¿Qué clase de farsante soy? ¿Hay alguien que, como yo, sienta que ha dejado pedazos de sí abandonados en muchos lugares desagradables?
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Si cualquiera de los tipos que fui conociera al tipo que soy ahora, no se gustarían. Me he fallado a mí mismo.
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Junto a él, al otro lado de la mesa sobre la que reposa un cenicero que desborda colillas y cadáveres, hay una mujer. Esa mujer eres la tú de aquel momento. Y también es una extraña para mí, pero también lo eres tú ahora. Siento que no os conozco a ninguna de las dos, que nunca os conocí. Sin embargo, hace tan poco tiempo que sólo parece que fuera en otra vida, compartimos algo. Tuvimos nuestra propia intimidad, nuestros códigos. Eso lo sé, es una certeza, pero no lo siento así. A diferencia de la habitación, el muro y el patio, eso no puedo recordarlo; no recuerdo lo que era quererte aunque sospeche que lo hice. No puedo escarbar tanto.
Los cuentos que aprendes de niño no te preparan para esta clase de historias.
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La capacidad de raciocinio, así como nuestros pulgares prensiles, es lo que nos diferencia del resto de animales. La combinación de éstos permitió que el ser humano desarrollara la capacidad de crear y manipular herramientas que le dotaron de la facultad de interactuar con el entorno y modificarlo de acuerdo a sus intereses. Esta es la base de nuestro progreso como especie.
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Aquel momento está tan desconectado del presente que podríamos pensar que nunca ocurrió, que fue quizá parte de un sueño que a la mañana siguiente acabó confundiéndose con la realidad.
No parece coherente. Que sufrieras por mí, que imploraras una oportunidad, rogando que volviera. Y que ahora no me escribas para felicitarme en mi cumpleaños. Hubo una época en la que no te atrevías a acercarte por aquí temiendo verme y sentir que te saltabas un latido, que te dolía entre los ojos. No querías comprobar cómo cambiaba el mismo paisaje solamente por el hecho de que ya no quisiera tenerte cerca. Descubrir la total falta de encanto de estos edificios, antes camuflada por lo feliz que eras conmigo.
Es curioso, ¿no te parece? Cómo nos traicionamos a nosotros mismos, digo. El hecho de que te extrañe que antes vistieras así, te gustara aquella música, me encontraras atractivo.
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Las células de la memoria son las más complicadas de eliminar. Nos definen como personas. Es físicamente imposible beber hasta olvidar.
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Actualmente no tengo contacto con ninguna mujer con la que haya mantenido una relación amorosa. Cuando nos encontramos después de mucho tiempo me es complicado aceptar que las amé, me resultan ajenas. Es gente con la que no tengo nada en común. Intuyo que a ellas les sucede algo parecido. Todas me decepcionaron para después desaparecer de mi vida. Me abandonaron.
Yo tampoco tengo ya nada en común conmigo mismo.
He estado enamorado pero nunca he hecho el amor. Eso es algo en lo que también intento no pensar, pero fracaso.
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Mi antiguo yo quiere regresar al futuro. Pobre; no sabe que no queda nada para él allí. Que el futuro es un tiempo insustancial y disociado en el que tú ya no lloras por mí.
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Esto es una reflexión sobre lo lejos que está todo aquello que ya ha ocurrido, y poco a poco ha ido derivando en nada. Lamento haberos hecho perder el tiempo, prevenid a los demás. Decidles que no sacarán nada en claro de esto. Se me ha escapado de las manos.
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Recuerdo: Maldición disfuncional del pasado, unida ineludiblemente a la memoria.
Memoria: Colección de fantasmas.
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