lunes, 31 de enero de 2011

De mayor quiero ser hijo de puta

Ninguna buena acción queda sin su castigo.
Es una de esas frases. La gente la dice, sobre todo en las películas.
Empiezo a pensar que no es un simple cliché.
Soy la mejor persona que conozco. Con diferencia. En serio. Si a alguien le produce rechazo el que exprese esta idea tan directamente, que se joda. Si alguno opina que no debería decir algo así con la absoluta tranquilidad con la que lo digo, que se joda. Porque es la puta verdad. Y sí, voy a decir palabrotas. Y sí, voy a escupirlo como si estuviéramos frente a frente.
Decía que no conozco a nadie que sea mejor persona que yo. Nadie más cuidadoso con los demás, nadie que vigile con tanta atención el no provocar molestias a otros, aunque éstos sean desconocidos. Digo gracias y buenos días, sonrío cuando entro en el ascensor y sujeto la puerta si alguien se dispone a entrar o salir después de que yo lo haga. Pongo el intermitente cuando voy a salir de las rotondas, para que el que quiera entrar no deba frenar innecesariamente.
No hago daño a nadie de los que me rodea. Nunca de manera intencionada, jamás de forma gratuita. Y cuando tengo que ir a por alguien, marco muy bien el límite que me parece justo, la línea que no quiero cruzar, que se me antoja desproporcionada y alejada. Y suele ser una línea bastante conservadora.
Soy mejor que todos vosotros. Tanto que me cuesta soportarlo. Y me resulta tan fácil serlo que me enferma que nadie más lo sea. Si hubiera dos o tres tipos más como yo, el mundo sería un 73% mejor.
Y soy tan jodidamente bueno que el mismo Universo se ha tomado como algo personal que mi castigo sea constante y perpetuo. Cada segundo de mi vida es una buena acción y cada segundo que le sigue es un salvaje correctivo y es una bofetada y es una carcajada cruel que el Universo se permite a mi costa. Invito yo, aunque no pregunte.
El Universo, que tiene un sentido del humor muy personal, no deja de darme por el culo. Aunque sabe que no me gusta, aunque sabe que no quiero. Me da por el culo una y otra vez, sin parar y sin cariño. Cuando menos me lo espero, cuando estoy despistado, cuando me acaba de dar y por un momento supongo que tardará un rato en volver a hacerlo.
Me da por culo y ni siquiera me acaricia, no me susurra palabras bonitas al oído y nunca me llama la mañana siguiente. Sólo lo hace, según le venga en gana. Él es el Universo y yo soy su putita. No pide perdón ni se molesta en fingir que se ha equivocado de agujero.
Y yo estoy harto de encajarlas y estoy harto de todo esto. El mundo es una puta mierda y eso, como que yo soy el mejor de los que lo habitan, no admite discusión. Y estoy tan harto de hacer mi parte y sólo recibir golpes por ello, y es todo tan inútil que a lo mejor pruebo qué se siente al no serlo.
Y entonces, a lo mejor os van a joder, como me llevan jodiendo a mí desde hace tanto. Y cuando sea un hijo de puta y por fin me empiecen a pasar cosas buenas va a ser una maldita orgía de felicidad. Y el cabrón del Universo no va a saber cómo devolverme todos estos años de martirio. Porque llevo tragando tanta mierda tanto tiempo que cuando cambie de papeles me voy a correr de tanto gusto tan de repente y probablemente tenga que descerrajarme un tiro en la cara porque no sabré cómo coño se aguanta tanta alegría.

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