Llegaba a casa y pensaba en escribir sobre el suicidio. Había acabado de leer "Ampliación del campo de batalla", de Houllebecq, en el metro hacía unos minutos y tenía ese tipo de sensación, ya sabéis. No he tenido una buena semana. Pero, antes de nada, el libro me ha gustado mucho y merece la pena, aunque aquellos que sufran de las mismas tendencias depresivas que yo quizá experimenten ligeros efectos secundarios. En cualquier caso, adelante con él.
Le seguía dando vueltas a comentar algo en este sentido cuando me he puesto a ver un poco de porno después de comer, como suelo hacer todos los días, y otra idea ha desplazado a la anterior. Una idea algo más ligera, puede, pero muy sombría también. Y es que no está el siglo para fiestas, supongo.
He pensado en la próxima vez que tenga sexo. Esto, un acontecimiento que se ha tornado extraño a base de costumbre- o de la falta de ella- puede ocurrir en cualquier momento entre ahora y el futuro. La estadística y la inercia parecen sugerir que más tarde que temprano. Ocurra cuando ocurra, habrá pasado mucho, mucho tiempo entre ese momento y la última vez que me viera en esa situación.
El sexo. Sexo, sexo, sexo, ¿por qué no nos llevamos bien?
Llevo años sin disfrutar contigo ni nada con lo que estés relacionado. Un tipo como yo simplemente no es capaz de disfrutar con el sexo, no se nos está permitido. Es un acontecimiento tan anormal dentro de mi rutina que bien podríamos decir que resulta extraordinario. Como un año bisiesto: no es que sea un fenómeno del todo desconocido y, en el fondo, sé que tarde o temprano tocará pero cuando al fin pasa no puedo evitar sorprenderme- ¿Ah, era este año?-.
¿Cómo pasar un buen rato, cómo relajarse? Si para mí, dada la clase de relaciones que mantengo, cada vez que al fin me acuesto con una mujer es como si estuviera presentándome a una audición. Como Matt LeBlanc cuando apareció en el casting de Friends después de que unas copas se le complicaran y no durmiera en toda la noche, muerto de miedo ante la oportunidad de su vida. Ahí estoy, lejos de mi mejor forma y ante un público que me va a juzgar con un ojo crítico en exceso y a quien debo impresionar si quiero pasar a la siguiente ronda o si, al menos, pretendo que no le hablen mal de mí a otros directores de casting y así conservar la oportunidad de presentarme a más audiciones en adelante. Aunque sea dentro de unos años...
Algunos me hablan de la diferencia entre "hacer el amor" y "tener sexo"-"tener sexo" es eso a lo que la gente normal llama "follar"- y me explican las ventajas que tiene lo primero sobre lo segundo. Sin pretender ponerme muy profundo, yo creo que lo que desde luego es mucho mejor que "follar" es "follar regularmente". Quizá entonces, a fuerza de costumbre, no se convierta en una experiencia tan traumática, una sensación tan ajena. Puede que así se pueda afrontar con tranquilidad y sin ninguna clase de remordimiento por no haber hecho un último repaso antes de presentarme.
Hacerlo regularmente es algo así como estar en un plan Bolonia de las relaciones humanas; tienes muchas oportunidades de demostrar lo que sabes y no importa que la cagues un poco en alguna de ellas, porque muy pronto puedes subir nota. Y claro, tienes examen todas las semanas, no sé si sabéis a qué me refiero...
Una pareja puede hacerte feliz. O no, no es mi intención teorizar en exceso, pero lo que seguro te ofrece es una sugerente dosis de sexo frecuente, lo cual puede observarse como una bonita costumbre. Una oportunidad inmejorable para entrenar y mejorar nuestro estilo- pues sólo con la práctica constante podemos acercarnos mínimamente a la perfección- y cimentar nuestra confianza. Ir al cine los sábados está bien. Visitar un museo algún que otro Domingo suelto también es una posibilidad interesante. Sin embargo, lo realmente atractivo de una relación de pareja es la multitud de oportunidades que presenta a la hora de tener sexo sin necesidad de que pasen años entre una experiencia y la siguiente. Una cita inmejorable a la que se puede asistir con la ligereza del que se sabe escogido y no debe buscar un mensaje oculto, una señal, una clave en cada gesto del otro, intentando extraer alguna conclusión de cómo está desarrollándose el momento. Un lapso en el cual esté permitido desconectar el cerebro y poner en piloto automático el cuerpo. Un rato simpático.
Desde luego, la posibilidad de follar regularmente es, con mucha diferencia sobre todas las demás, la carácterística que más llama mi atención a la hora de desear, como hago ahora, encontrar novia. No sé, llamadme romántico.
*Me resulta curioso pensar que, hace un par de años, escribí un post llamado "Yo y el resto" en el que, entre otras cosas, me lamentaba de la gran cantidad de "sexo sin sentido" que practicaba. Menudo gilipollas que era ese puto niñato. No es broma cuando digo que me odio en pasado. ¿Debería escribir una nota a mi futuro yo pidiéndole perdón por las veces que lamento el rato que paso lavándome el pelo que él ya no tiene? ¿O por las veces que me da pereza hacer abdominales? Quizá sí. Quizá sí...
Le seguía dando vueltas a comentar algo en este sentido cuando me he puesto a ver un poco de porno después de comer, como suelo hacer todos los días, y otra idea ha desplazado a la anterior. Una idea algo más ligera, puede, pero muy sombría también. Y es que no está el siglo para fiestas, supongo.
He pensado en la próxima vez que tenga sexo. Esto, un acontecimiento que se ha tornado extraño a base de costumbre- o de la falta de ella- puede ocurrir en cualquier momento entre ahora y el futuro. La estadística y la inercia parecen sugerir que más tarde que temprano. Ocurra cuando ocurra, habrá pasado mucho, mucho tiempo entre ese momento y la última vez que me viera en esa situación.
El sexo. Sexo, sexo, sexo, ¿por qué no nos llevamos bien?
Llevo años sin disfrutar contigo ni nada con lo que estés relacionado. Un tipo como yo simplemente no es capaz de disfrutar con el sexo, no se nos está permitido. Es un acontecimiento tan anormal dentro de mi rutina que bien podríamos decir que resulta extraordinario. Como un año bisiesto: no es que sea un fenómeno del todo desconocido y, en el fondo, sé que tarde o temprano tocará pero cuando al fin pasa no puedo evitar sorprenderme- ¿Ah, era este año?-.
¿Cómo pasar un buen rato, cómo relajarse? Si para mí, dada la clase de relaciones que mantengo, cada vez que al fin me acuesto con una mujer es como si estuviera presentándome a una audición. Como Matt LeBlanc cuando apareció en el casting de Friends después de que unas copas se le complicaran y no durmiera en toda la noche, muerto de miedo ante la oportunidad de su vida. Ahí estoy, lejos de mi mejor forma y ante un público que me va a juzgar con un ojo crítico en exceso y a quien debo impresionar si quiero pasar a la siguiente ronda o si, al menos, pretendo que no le hablen mal de mí a otros directores de casting y así conservar la oportunidad de presentarme a más audiciones en adelante. Aunque sea dentro de unos años...
Algunos me hablan de la diferencia entre "hacer el amor" y "tener sexo"-"tener sexo" es eso a lo que la gente normal llama "follar"- y me explican las ventajas que tiene lo primero sobre lo segundo. Sin pretender ponerme muy profundo, yo creo que lo que desde luego es mucho mejor que "follar" es "follar regularmente". Quizá entonces, a fuerza de costumbre, no se convierta en una experiencia tan traumática, una sensación tan ajena. Puede que así se pueda afrontar con tranquilidad y sin ninguna clase de remordimiento por no haber hecho un último repaso antes de presentarme.
Hacerlo regularmente es algo así como estar en un plan Bolonia de las relaciones humanas; tienes muchas oportunidades de demostrar lo que sabes y no importa que la cagues un poco en alguna de ellas, porque muy pronto puedes subir nota. Y claro, tienes examen todas las semanas, no sé si sabéis a qué me refiero...
Una pareja puede hacerte feliz. O no, no es mi intención teorizar en exceso, pero lo que seguro te ofrece es una sugerente dosis de sexo frecuente, lo cual puede observarse como una bonita costumbre. Una oportunidad inmejorable para entrenar y mejorar nuestro estilo- pues sólo con la práctica constante podemos acercarnos mínimamente a la perfección- y cimentar nuestra confianza. Ir al cine los sábados está bien. Visitar un museo algún que otro Domingo suelto también es una posibilidad interesante. Sin embargo, lo realmente atractivo de una relación de pareja es la multitud de oportunidades que presenta a la hora de tener sexo sin necesidad de que pasen años entre una experiencia y la siguiente. Una cita inmejorable a la que se puede asistir con la ligereza del que se sabe escogido y no debe buscar un mensaje oculto, una señal, una clave en cada gesto del otro, intentando extraer alguna conclusión de cómo está desarrollándose el momento. Un lapso en el cual esté permitido desconectar el cerebro y poner en piloto automático el cuerpo. Un rato simpático.
Desde luego, la posibilidad de follar regularmente es, con mucha diferencia sobre todas las demás, la carácterística que más llama mi atención a la hora de desear, como hago ahora, encontrar novia. No sé, llamadme romántico.
*Me resulta curioso pensar que, hace un par de años, escribí un post llamado "Yo y el resto" en el que, entre otras cosas, me lamentaba de la gran cantidad de "sexo sin sentido" que practicaba. Menudo gilipollas que era ese puto niñato. No es broma cuando digo que me odio en pasado. ¿Debería escribir una nota a mi futuro yo pidiéndole perdón por las veces que lamento el rato que paso lavándome el pelo que él ya no tiene? ¿O por las veces que me da pereza hacer abdominales? Quizá sí. Quizá sí...
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