domingo, 8 de mayo de 2011

El eterno retorno de lo mismo

A aquellos novios y novias que se enamoraron a los 16, 17 o 18 años y tienen el erróneo convencimiento de que no hay nadie más para ellos ahí fuera, por malo que sea que quien está ahora aquí dentro. A todas esas parejas que no conocen otro tipo de relación que la que mantienen, ni distintos compañeros que aquellos que fueron los primeros. A todos esos infelices que periódicamente se atreven a buscar la felicidad cortando los lazos que les unen al primer y todavía único amor, pero a los que el valor no les dura demasiado tiempo. A los que se odian, lo dejan, vuelven y continúan odiándose. A los testículos que se hinchan cuando pasan demasiado tiempo junto a ella pero se empequeñecen a causa del terror según parece que se aleja. A jovencitas que tiemblan preguntándose si encontrarán a alguien que les abrace igual que lo hacía él cuando se vayan a la cama, los días que papá y mamá están fuera.
A esos novios, parejas, relaciones que no saben si están juntos o separados pero no les acaba de gustar ninguno de los dos estados, que continua y cansinamente entran y salen.
A esto y no a otra cosa es a lo que se refirió Nietszche cuando habló del "Eterno retorno de lo mismo".

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