Necesito que te muestres humana,
sólo un instante,
antes de que nos engulla la ciudad.
El monstruo abre sus fauces
que retumban a pitidos y taladros,
su humo hace toser a nuestra esencia.
¡Cógeme fuerte las manos!
Mientras nuestra cárcel de granito implosiona
y nos lleva adentro, con ella,
con esos rincones que creímos cómplices.
La ilusión se ha quitado la careta
sus venas arden con gas, con aguas residuales,
con cobre,
restallan con la furia de la civilización.
El cielo ya no es azul y ella se ríe,
su abismo se lleva ahora nuestros sueños.
¡Mírame a los ojos, rápido!
Antes que ya no seamos,
traiciona tu carcasa y con el último estertor
vomita todo el amor que llevas dentro.
Te necesito humana, al menos ahora, en el final.
Te hablo de dar sentido a los tambores.
Tú. Yo. El infierno.
Pero, primero, tu nombre.
lunes, 7 de abril de 2008
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