Si observas que me pierdo
en la vorágine de decisiones
alcánzame una cuerda, un gancho,
cualquier cosa a la que sujetarme,
un clavo ardiendo,
un témpano de hielo...
Lo que sea.
Si ves que vago en el remolino
y no alcanzo a volver a mi hora,
que me he perdido,
enciende todos los carteles
que encuentres a tu paso.
Aunque sean neones de esos
que anuncian hamburguesas.
Da igual.
Las luces de la ciudad
de cualquier modo
ocultan las estrellas
y hay una bocina invadiendo de rojo
el interior de mi cabeza.
Antes de perderme en la nueva etapa
dame, ¿querrás?
tu mano.
Bien. Agárrame fuerte,
te asciendo a camino de vuelta.
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