No recuerdo si fue Octubre nuestro mes
pero sí recuerdo estar perdido en el pasillo
sabiendo que sólo llevabas puesta la puerta de tu dormitorio
mientras me temblaban las piernas
unas trece inundaciones por debajo del nivel del mar
sintiendome como un monigote de un cuadro en proceso
al que le han borrado la cara pasándole el pulgar
como si tú misma te hubieras arrepentido de haberme pintado.
Imagino que debiste creer que te marchitarías esperando
escuchando esos ruidos tan raros al otro lado de la pared
cuando retorcía mis dedos al hacer nudos marineros con ellos.
Creo que nunca fui tan cobarde como entonces
cuando vi tu mano rompiendo el remolino de la corriente
y yo elegí ignorarlo todo, ignorar tu mano, ignorar tu puerta
y taparme con mis dedos reliados la nariz
dejando que el bloque de cemento que me inventé a mis pies
me arrastrase hasta las profundidades de mi decepcionante oceáno.
jueves, 29 de enero de 2009
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