viernes, 10 de diciembre de 2010

Rio Bravo

Sé que te has hartado de mí. Te entiendo. Yo también estoy harto de mí, desearía poder alejarme de mí mismo una temporada. No tener que verme. Estoy muy cansado, muy cansado de ser yo.
Supongo que por razones distintas. Me porto peor contigo que conmigo, aunque tampoco es que me trate bien. Pero eso ya lo sabes.
He hecho muchas cosas odiosas, muchas cosas crueles. Y muchas tonterías.
La última sé que me va a salir cara. Y no te lo reprocho, no tienes por qué aguantar ese tipo de cosas. No te lo mereces.
Tú me dijiste que te ibas, que esta vez sí. Y yo, como todas las demás, no te tomé en serio. No debí hacer eso, dibujarte un coño en un papel y enseñártelo como una bandera. Quería sacarte de quicio pero, ¿sabes?, en el fondo con quien estaba rabioso era conmigo.
Reaccionaste lo mejor que supiste, me dijiste "Disfrútalo". Me dijiste "Disfrútalo, porque es el último coño que vas a ver en mucho tiempo".
Yo tenía que haber hecho lo lógico cuando te diste la vuelta. Aún sin pedirte perdón- sabes que no se me da bien- debí haber corrido detrás de ti cuando te diste la vuelta, evitar que salieras de casa, aunque fuera por la fuerza.
Sin embargo, me quedé parado, absorto, pensando en los buenos viejos tiempos. Ni si quiera te vi marchar, estaba en otro tiempo, en otra noche. En una de esas en las que tenía toda la cara cubierta por tus caderas, tus piernas presionando mis mejillas, revolcándose en mis mofletes y ellos en ellas. Un beso en los labios, a modo de despedida, antes de que huyera. Como si fuera un forajido del Salvaje Oeste a punto de cometer un crimen y tu coño, mi pañuelo de bandolero.

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