A veces soy muleta. Lo que hago es acompañar, cuidar de una persona. Ayudo a pasar un bache, una época dura, soy el que recibe las lágrimas y el que levanta los ánimos. Me vuelvo indispensable y la persona no sabe valerse sin mi apoyo. Es como un ángel de la guarda, pero despojado de virtud. No faltan los reproches.
Otras hago de bufón. No se me da mal, es el problema. Pasa sin que yo me de cuenta ni dé permiso. Divierto bien, entretengo, consigo que el tiempo corra, fácil y ligero; nos reímos. No sucede nada grave. Una mañana me levanto y estoy vestido de payaso. No me gusta y quiero golpear con mis manazas el espejo, hacerlo añicos. Pero sólo me río con una estúpida mueca dibujada en la cara, a colores. Y eso haría llorar a los niños.
A veces soy amante. Me limito a empujar, mecánicamente, con ritmo, con fuerza. Sigo mis instintos como un animal, en mi cabeza sólo se oyen gruñidos y en el momento en que dejo de apretar y vuelvo a ser humano es como si abriera los ojos y estuviera infinitamente solo. Triste y desesperadamente. Soy un trozo de carne indigno arrojado sobre otro trozo de carne.
El resto de las veces es sólo culpa mía. Soy simplemente yo, un imbécil.
Otras hago de bufón. No se me da mal, es el problema. Pasa sin que yo me de cuenta ni dé permiso. Divierto bien, entretengo, consigo que el tiempo corra, fácil y ligero; nos reímos. No sucede nada grave. Una mañana me levanto y estoy vestido de payaso. No me gusta y quiero golpear con mis manazas el espejo, hacerlo añicos. Pero sólo me río con una estúpida mueca dibujada en la cara, a colores. Y eso haría llorar a los niños.
A veces soy amante. Me limito a empujar, mecánicamente, con ritmo, con fuerza. Sigo mis instintos como un animal, en mi cabeza sólo se oyen gruñidos y en el momento en que dejo de apretar y vuelvo a ser humano es como si abriera los ojos y estuviera infinitamente solo. Triste y desesperadamente. Soy un trozo de carne indigno arrojado sobre otro trozo de carne.
El resto de las veces es sólo culpa mía. Soy simplemente yo, un imbécil.