No se qué hacer con todo el tiempo del que dispongo.
Me siento en esta silla, frente a la pantalla
y a la vez
me siento enjaulado dentro de mí mismo.
Deambulo desnudo por los pasillos de mi casa,
no acierto a encontrar la puerta de salida
y cuando por fin lo hago
no recuerdo cómo me ponías la ropa
así que no puedo salir, de todos modos.
Me quedo aquí, oliendo el calor
y mis remordimientos, todo el sexo reprimido
que se ha quedado impregnado en la pared
pegajoso y miserable, triste y patético.
Escucho canciones que he escuchado muchas veces antes
que ya no me dicen nada
porque me da miedo encontrarte
en alguna melodía nueva que suene
o en las que tarareaba cuando estaba contigo.
Me avergüenzo de la debilidad que supone
creer que necesito algo o a alguien
para que lave los pecados de mi carne
que lo ensucian todo alrededor.
Me avergüenzo de esta mierda que escribo
sin ganas y sin objetivo
tan pobre
y de cerrar los ojos e imaginar cómo sería estar
en cualquier otro sitio que no fuera mi cuerpo.
lunes, 19 de julio de 2010
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