domingo, 18 de julio de 2010

Te odio en las luces brillantes de los árboles
y te odio en el silencio que las sigue.
En la música lejana que se apaga.
Te odio cuando todos los demás miran hacia otro lado,
cuando sonríen por algo que he dicho
y cuando sonrío yo por algo que recuerdo.
Lo hago de noche, cuando apuro el último trago
y pienso en que no tengo adonde ir.
Te odio cuando me siento a fumar y no miro a ninguna parte,
mi copa dejando diminutas gotas de humedad en mi mano,
cuando no puedo hacer otra cosa.
Te odio porque odiar es una de todas las opciones
y esta es la que yo escogí.
Y aunque intente ser mejor persona que eso lo hago,
odiarte,
entre las respiraciones de la gente.
Hasta que aprenda a no hacerlo
nos seguiremos viendo en el infierno.
Luego, supongo, ya no nos veremos nunca.

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