Hay veranos que parece que nunca acaban. Pasan los días y no se distingue el final, no quiere irse. Y, casi cuando estaba perdida toda esperanza, una mañana, de repente ha llegado el Otoño. Por sorpresa, sin avisar, todo naranja y oro. Porque aunque a veces lo olvide, aunque a veces lo dude, siempre detrás del Verano, por largo que sea, acaba por venir el Otoño.
Bendito sea.
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