Este es el primero de (creo, pero todo depende de mi incontrolable apetito por el nihilismo-trascendentalismo) muchos capítulos sobre ciertos principios que debería haber asimilado durante todos estos años de vidas. Aquí van todas esas cosas en las que, junto a la magia, el ratoncito Pérez, Papá Noel y la Navidad en general así como el amor, un tipo de 22 años ya no debería creer. No me deís las gracias todavía, probablemente todo lo que leáis aquí no hagan retumbar los cimientos de vuestra realidad. Sois más listos que yo, ya habreís llegado a estas conclusiones hace mucho tiempo, seguro.
Ahí va la primera de ellas:
ORIGEN no existe. No es posible llevarlo a cabo. Está demostrado que cuando quieres cortar con una chica no queda otra que mirarle a la cara y decírselo sin rodeos. Actuar de manera distante y desagradable para evitar la confrontación, pretendiendo que ella se canse de ti y decida dejarte no funciona. Hacerle creer que la idea ha sido suya no es una alternativa real. Afrontémoslo.
Al final, el resultado es el mismo, pero peor: siempre tendrás que acabar teniendo la maldita conversación con ella, pero las cosas estarán mucho mas viciadas. Gracias, Hollywood.
ORIGEN es una patraña. No me importa lo que diga Leonardo diCaprio. De todos modos, no puedes fiarte de un tipo que tiene 30 años y todavía no necesita afeitarse.
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