Mi nombre te repta
por las alcantarillas de tus adentros
ocupa y se hace fuerte
en las zonas oscuras
de las que te avergüenzas.
Las que no controlas, las que niegas.
Las que escondes.
Mi recuerdo participa en una guerra de guerrillas
bajo la mugre que cubre todo aquello
que ocultas y lamentas
y te muerde los tobillos.
Con sus colmillos escribe
“No me olvides,
no me he ido”
Inocula la memoria
impúdica de tus pecados
es guarda y custodio
de una conciencia violada
antes casi muda;
la tuya.
Escapa a tu control
acallar sus siseos de serpiente,
el crepitar
de su cuerpo al arrastrarse
por entre tus residuos,
nuestros residuos,
los restos descompuestos de lo nuestro
apestando en la morgue del pasado,
esa recopilación de equívocos
los grandes éxitos de nuestros gritos.
Mi nombre es el veneno de tu nombre,
la receta de tu huida,
una nueva variante de sonrojo,
Una implacable.
Una íntima.
Tanto
que la sientes vibrar entre tus piernas
como un rebelde quejido.
Todas las partes de tu cuerpo
me llaman quedamente
y quema la ausencia de mis dedos
en sus entradas y salidas.
Me buscas,
anhelas ya como algo natural y cotidiano
encontrarme;
cada lamento ahogado es un lento "vuelve".
"Vuelve, por favor".
Mis pies tiemblan,
mis secretas promesas
vacilan
carentes de base y hueso porque
todos los caminos que se abren ante mí,
me parecen de retorno.
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