miércoles, 18 de agosto de 2010

Retablo 3

Estaba tumbado, ligeramente recostado sobre la almohada y mirando al techo. Mientras fumaba y los dos guardaban silencio todo su pensamiento se reducía a dos reproches. Las dos cosas de las que se asestaba arrepintiendo. Nada más. Le martilleaban la cabeza y él las sentía como latidos cerebrales.
La primera era haber vuelto a acostarse con ella, después de tanto tiempo y tras todo lo que había pasado entre ellos.
- Así que no te gustan mis tetas- dijo ella.
La segunda era haber dicho eso.
Ella no estaba enfadada, o no lo parecía. Triste tampoco sería la palabra, aunque algo de eso había. Se podría decir que sonaba sorprendida y decepcionada. Un poco avergonzada también, o quizás incomoda.
- No he dicho que no me gusten.
- Pero sí has dicho que te parecen muy pequeñas, que a ti te gustan más grandes.
- Algo así.
- Pero cuando estábamos juntos siempre decías que las preferías así, pequeñas. Que te gustaban mucho y que eran perfectas para mí. Solías decir que eran del tamaño justo.
- Sí.
Ella le miró durante un rato, intentando entender. Puede que esperando una explicación. Luego de estar así, observándole en silencio, volvió a tumbarse sobre la cama, con la mirada perdida en el techo.
Él siguió fumando, absorto y todavía arrepintiéndose. Deseando estar en otra parte.
Un tiempo después, sin girarse, ella le preguntó:
- ¿Y por qué decías eso?
Sin girarse él tampoco, contestó:
- Te mentía. Para que te sintieras bien. Como cuando tú me decías que me querías.

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