viernes, 30 de diciembre de 2011

Alberto


Alberto se va, como era de esperar. Se queda Ana.
Alberto se va, tras todos estos años construyendo otro Madrid, el subterráneo, impasible ante las quejas de los moradores de la superficie. Le llamaron el Faraón, y no porque tuviera nada que ver con la estirpe de los Flores, que no lo tiene. Si no por su monumental afán constructor, escarbador, tunelador. Hoy se puede cruzar Madrid de punta a punta en diez minutos, sin siquiera intuir el cielo. Y yo se lo agradezco, porque es harto cómodo. Es conveniente. Es rápido. Todos tenemos prisa hoy en día, y valoramos las cosas cuando son convenientes. Y rápidas. Y cómodas.
Cuando la gente ponía el grito en el cielo mientras Alberto abría Madrid en canal para futuro comfort de sus habitantes, yo pensaba: "Cuando todo acabe y comprueben las ventajas de todo esto, se darán cuenta de lo ridículo de sus quejas"
No ha sido el caso. Todo ha acabado, Alberto se va, y sus desagradecidos ex- súbditos todavía lamentan aquellas incomodidades pasajeras.
Pues bien, estoy seguro que cuando caiga La Bomba y la atmósfera sea irrespirable, quedando la superficie reducida a un escombroso campo de batalla entre zombis hambrientos de carne humana y máquinas rebeldes asesinas, y todos los humanos supervivientes nos veamos obligados a vivir en los túneles, es muy probable que por fin agradezcan a Alberto que hiciera tantos, tan espaciosos y en tantas direcciones.
O quizá no, quién sabe, la política es un juego de mentes enconadas.
Pero yo digo: amad los túneles, no tiréis desperdicios en ellos, puede que sean nuestro único hogar dentro de poco, desde donde tengamos que coordinar la Resistencia, reconstruir la raza humana.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Equipo Archstone

Senda va a echar de menos estas olas, que le han dado tanto.
Paloma echará de menos su habitación, tan grande y sólo para ella.
Neme probablemente no encuentre gente de la que reírse del mismo modo que hace aquí; en casa hay que guardar las formas.
Sanfe añorará los días en los que era la princesa y los cumpleaños duraban días y semanas.
Várez escuchará música lejana y se acordará de otras mejores, las que sonaban antes de salir.
Mientras, Pros echará de menos el Sol y el Sol le estará buscando a él.
¿Yo?
Yo me sentaré en la playa al atardecer y echaré de menos a Senda, a Paloma, a Neme, a las Marías y a Pros.

Lindbergh Field, 12-21-2011

Una despedida abrupta sin valoración previa,
que llega de improvisto,
es un trámite relativamente leve y pasajero
pero también una promesa de dolor futuro

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Efecto campamento

Acabo de caer, de repente, que desde que estoy en San Diego no he tenido ni una mala noche. Ni una. He disfrutado de todas y cada una de ellas. No me he encontrado durante estos 4 meses sólo en la barra, deseando volver a casa, estar en otra parte. De hecho me ha costado aceptar la cantidad de noches de ese tipo que he vivido los últimos años, sobre todo antes de llegar.
Me da miedo.
Me da miedo porque, poco a poco, sin aviso, estoy volviendo a pensar. Y no me gusta, pienso sin permiso de nuevo. Me da miedo porque en una semana vuelvo a casa, porque el euro cae en picado y porque Steven Spielberg estrena una peli de un caballo. Y nada de eso, nada, es buena señal.

Dedicado a Piki, Paloma, Senda, Neme, Martín, Alvaro, las Marías y otros muchos. Puede que nunca lo lean, pero la burbuja que ahora amenaza con romperse la crearon ellos.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Bienvenidodevueltaalmundodelpensamiento

En algún lugar del Universo el mundo real me espera girando sobre su eje. Mientras, yo escucho villancicos conduciendo bajo el Sol entre palmeras.
Volver a casa es una promesa de dolores de cabeza.

jueves, 27 de octubre de 2011

Sunset Surfing

Nos quedamos en la playa, en silencio, esperando, hasta que estuvo tan oscuro que ni siquiera podíamos diferenciarnos los unos de los otros y sólo distinguíamos las olas por la forma en que nos lamían la cara.
Detrás, las luces neblinosas de la playa sugerían que se acercaba la hora de volver a la costa.
Pero no queríamos, no queríamos... se estaba tan bien allí, escuchando nada más que respiración y olas, respiración y olas, respiración y olas...

domingo, 9 de octubre de 2011

California girls

En el gimnasio, hasta más allá de donde alcanza la vista, se erige una linea infinita de rubias sudando sobre maquinas su camino hasta la cama de alguien.

domingo, 2 de octubre de 2011

Guarras

Me habían dicho que ligar en San Diego era más sencillo. Me lo imaginaba como deslizarse por un tobogán untado en vaselina. Fácil, rápido, pegajoso al final.
Una amiga me ha intentado tranquilizar hoy: "No te preocupes, seguro que dentro de nada estarás pillando con un montón de guarras".
Pero, ¿y si yo no he venido a por las guarras? Quizá haya llegado aquí con intención de enamorarme. Es posible que desee quedarme aquí por amor y que dentro de, pongamos, 4 años venga a entrevistarme la chica de "Madrileños por el mundo" y, mientras me tiende la mano que no sujeta la cámara, me pregunte:
- ¿Madrileño de dónde?
- De Mirasierra.
- De Mirasierra, ¿eh? ¿Y qué hace un madrileño de Mirasierra tan lejos de casa, tostándose al sol de California?
A lo que yo responderé, "Ya ves, por amor", señalando con la cabeza a la chica que mira a la cámara sonriendo a mi lado; rubia, guapa, feliz.
Y entonces todos nos reiremos; yo, mi novia, la chica de "Madrileños por el mundo", la gente que nos ve desde casa.

La verdad es que he venido a por las guarras.

martes, 20 de septiembre de 2011

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Carcasas

Esa rubia que ves ahí, tan guapa, tan digna, en sus sueños se imagina morena.

sábado, 13 de agosto de 2011

La Cierva

He recorrido estas calles
infinidad de veces
desde que era niño.
A veces en bicicleta,
otras andado y alguna vez
de la mano de niñas tostadas por el sol.
Hace tiempo que no puedo decir
cual será la última vez.
Cuando todo acabe y a ninguna
de estas casas pueda llamar hogar,
volveré a pasear arrastrando
mis dedos entre los jazmines
que huelen a inocencia, a infancia
y a simplicidad
saludando a ya desconocidos
y antiguos compañeros de juegos
a los que diré
que entre sus setos mi pelo tornó oscuro
y rodeado de sonrisas me hice mayor.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Citas Express

El tipo que lo organizaba todo nos dio unas nociones generales de cómo funcionaría la noche. Qué hacer y qué no, cuánto tiempo disponíamos para conocer a cada chica antes del siguiente turno, etc.
Dijo que era muy importante que escribiéramos una tarjeta con nuestras cualidades más características, para ayudar a la otra persona a hacerse una idea de cómo eramos más fácilmente. Cosas como extrovertido, simpático, divertido...
Yo cogí la mía y empecé a apuntar las mías: nostálgico, melancólico, cerebral, inconformista, perdido...

lunes, 8 de agosto de 2011

viernes, 29 de julio de 2011

domingo, 24 de julio de 2011

El viernes son 24 horas que te distraen de las verdades.
Una ilusion vectorial, recuerdos que no se almacenan
y desaparecen antes de arraigar.
Podredrumbre para el simiente,
imposible proyecto a corto plazo.

jueves, 7 de julio de 2011

Un día tan bueno como cualquier otro

Se oyeron unas llaves intentando abrir la cerradura. Por el sonido uno podía entender que las llaves encajaban, sin embargo, no eran capaces de hacer girar el tambor y desplazar el cerrojo.
La mujer cerró el grifo y depositó el plato sobre el fregadero. Guardó silencio y se mantuvo atenta a los sonidos que provenían de la entrada, no sin cierto sentimiento de intranquilidad.
Fuera quien fuese seguía tratando de maniobrar la puerta, sin éxito. Podría ser alguien que se hubiera equivocado de piso y de puerta, puede que algún borracho. Aunque, ciertamente, era demasiado temprano para que alguien hubiese bebido tanto.
Se secó las manos con el delantal y se acercó lentamente a la puerta, tan en silencio como le fue posible, escuchando. Podía intuir una respiración al otro lado, una voz queda maldiciendo y probando un lado de la llave, sacándola y volviendo a probar el otro reverso luego. Había algo familiar en su sonido. No debió hacerlo, probablemente; de haberlo pensado una vez más habría sido prudente y se hubiera alejado, quizá para descolgar el teléfono y llamar a algún vecino.
Pero abrió la puerta, y ambos dos se econtraron con sus rostros separados por apenas unos centímetros. Él estaba indudablemente sorprendido al principio, parecía no entender cómo es que al final había conseguido hacer funcionar el dichoso mecanismo. Se miró la mano donde sujetaba las llaves y luego a ella, que todavía sujetaba el pomo. Sonrió.
La mujer, visiblemente sorprendia también, retrocedió unos pasos sin dejar de mirar al hombre en el rellano, dejando el espacio suficiente para que él entrara y cerrara la puerta. Eso fue lo que hizo.
- Hola, cariño. Estás tan guapa como siempre.
Y se acercó un poco más a ella, que volvió a retroceder un poco más, conteniendo un temblor.
- Me dijiste que volverías.
- Y he vuelto.
- No, me dijiste que volverías algún día.
- Bueno, hoy es un día. Hoy es algún día, un día tan bueno como cualquier otro.
Aún conservaba esa sonrisa de timador confeso, que no pretendía esconder su zalamería. Algo en su interior pareció advertilra de que, en algún momento, había amado esa sonrisa y su descaro.
Se dió la vuelta, incapaz de seguir mirándolo.
- Yo pensé que volverías. Que volverías antes. Puede que no al cabo de unos días, puede que tardaras más, un mes o dos. Que te llevara un año, en el peor de los casos.
- Las cosas se complicaron, cariño, no podía haberlo previsto.
- Pensé que volverías...
- Y he vuelto.
Miraba por la ventana, como tratando de acordarse de algo, y, esta vez, habló más para ella misma que para cualquier otro.
- Te esperé, creí oirte entrar tantas veces... - se volvió para mirarle, sólo un segundo. Volvió a girar la cabeza- Ya es tarde.
- ¿Tarde para quién? ¿Tarde comparado con qué?
- Para nosotros, tarde comparado con lo que se suponía que debías estar lejos. Ya es tarde para todo.
- Dices que es tarde, pero estoy aquí. Y no es que nos vayamos a morir mañana ni nada por el estilo, todavía hay tiempo. Todavía puedo abrazarte y todavía podemos perdernos en algún rincón. No es tarde- se acercó un poco a ella, alzando un brazo y extendiendo la mano- Y ya sabes lo que dicen: más vale...
- ¡No!- sacudió su brazo bruscamente y abortó la tentativa del contancto- ¡No te atrevas a bromear conmigo! Perdí la cuenta, ¿sabes? Creo que la perdí a los cinco años, puede que más tarde.
El primer atisbo de una lágrima sobre su ojo izquierdo significó el final de la sonrisa de él.
Tragó salivo y su voz, ahora sí, sonaba como si llevara sin brotar desde que se separaron, y como si él mismo estuviera al borde de llorar.
- Todavía te quiero.
Ella loraba abiertamente ya, de forma queda y sin disimulo. Como más duele contemplar a una mujer llorando.
- Creo que yo a tí también, pero hace ya tanto que ni siquiera recuerdo qué debía sentir al hacerlo. No puedo recordar su efecto, no sé describir los síntomas que provocaba en mi cuerpo. Puede que te quiera, no sé, quizá lo haga siempre. O no, ya te digo que no puedo diferenciar quererte de no hacerlo, no tras todo este tiempo. Pero ya no importa- alzó la vista buscando el reloj de pared de la cocina, que estaba parado-, es tarde.
Apoyó las manos sobre el fregadero y su rostro se ocultó tras una sombra y un mechón de pelo.
Sin saber qué decir, él esperó otra reacción, un gesto. Nada.
Se dió la vuelta pausadamente, dirigiéndose hacia la puerta. La abrió y se dispuso a marcharse, pero pareció acordarse de algo en último momento y volvió a entrar. Al llegar a la mesita de la entrada dejó su manojo de llaves sobre la bandeja de plata, al lado de las de ella. No eran las mismas, no abrían nada.
Cabizbajo, se fue y cerró lentamente tras de sí.
Ella sólo se movió para abrir el grifo y llorar sin rubor al amparo del alboroto de la cascada de agua que salía de él a presión.

miércoles, 6 de julio de 2011

Esta puede ser la continuación de una hermosa amistad

Es un procedimiento metódico y barato
tan antiguo,
que quizá hayas escuchado rumores sobre su funcionamiento:
sabrás de su motor
que no responde a la costumbre ni a la inercia
y no,
no se explica en el amor,
si no todo lo contrario.
El amor se olvida o bien,
para ser mas preciso,
se diluye en la bilis propia del rencor
y el rencor te acompaña siempre.
Los recuerdos en los que vivo,
el procedimiento del que hablo, que los sostiene,
tienen su raíz en la más profunda negación:
aún hoy no me creo que perdiera,
que te haya perdido
y al abrirse la puerta del tugurio donde espero
perdido entre la arena sucia y las palmeras
busco siempre de reojo el comienzo de tu cuerpo
y el anuncio inequívoco de tu olor,
así,
cada mujer que no eres tú me sabe a otra derrota
y yo puedo brindar por el error.
Sé que hoy, que ahora, no te quiero.
Lo sé tan bien como que el Sol saldrá mañana
y estoy tan seguro de ambas
como de que no vas a volver.
Nunca antes en mi vida, ni de niño,
econtré una fe tan cierta.
Y sin embargo, me pregunto,
presa del procedimiento métodico, barato y antiguo
si nuestro amor estertóreo, reliquia ácida
pesará tanto como el mejor salvoconducto.
¿Qué recordaré si finalmente cruzas este último umbral?
¿Puede un abrazo que quedó truncado
recuperarse en adelante de manera
que siga conservando el preciso calor
y engañe a los sentidos para fingir que no ha pasado el tiempo?
Si entras en el bar y me ves
bebiendo en la barra de dos vasos
te lo ruego: date media y vuelta y vete.
Aunque uno de ellos sea tuyo y conserve todavía tu carmín,
prefiero sufrir con la pregunta que enfrentarme a la respuesta.
Y nunca pude resistir la forma en que tus labios
toman forma para producir la palabra "hola".
"Hola" suena mejor de tu boca que de cualquier otra.
Aunque ahora ya no lo recuerde.

martes, 5 de julio de 2011

miércoles, 29 de junio de 2011

Enemistad con unas facciones

Conocí a una chica que se parecía mucho a ti y ahora también estamos enfadados. Las chicas con tu cara parecen destinadas a convertirse en ex-amigas.


Dedicado a mí, que torcí por igual la idéntica boca de V y A, y también otras bocas que no se les parecían.

miércoles, 8 de junio de 2011

Amor de fin de semana

Marisa:
esta noche tan extraña y tan larga
que me cuesta recordar cómo comenzó
parece que se acaba.
Y cuando lo haga,
también será nuestro final.
Hemos quedado mañana,
pero no sé si lo recordaré al despertar
y aunque lo haga,
algo me dice que no aparecerás.
Da igual, Marisa, está bien como está.
Tus casi 30 años se disfrazan de 22 cuando me miras
y mis 22 pesan igual que si fueran 30 en realidad,
gracias por cómo me miras, Marisa,
por cómo tus pupilas se dilatan
deseando que me quede un día más.
Y gracias por acompañarme en esta noche solitaria;
quizá hoy, lejos de casa, hubiera sido la que haría
de una sola cifra más ya demasiado.
No te veré otra vez, y no nos llamaremos,
no te econtraré en otro bar y no me dejaré encontrar
porque estaremos separados, lejos,
más de lo que abarca la casualidad.
No tanto en realidad, no es exagerado
los kilómetros que serpentearán entre nosotros
pero ahora, en esta hora previa
a que los primeros dedos de luz
hagan jirones de las nubes que aún quedan de ayer
se me antoja que mi capital
no es la del país a la que pertenece tu pequeña ciudad.
Adiós, Marisa, y gracias;
brindaré por ti la próxima vez que me encuentre
apoyado a solas en la barra.
Adiós, Marisa,
y gracias;
me gusta mucho cómo hueles, tu acento cuando hablas.

miércoles, 25 de mayo de 2011

De lo humano y lo divino

Llegaba a casa y pensaba en escribir sobre el suicidio. Había acabado de leer "Ampliación del campo de batalla", de Houllebecq, en el metro hacía unos minutos y tenía ese tipo de sensación, ya sabéis. No he tenido una buena semana. Pero, antes de nada, el libro me ha gustado mucho y merece la pena, aunque aquellos que sufran de las mismas tendencias depresivas que yo quizá experimenten ligeros efectos secundarios. En cualquier caso, adelante con él.
Le seguía dando vueltas a comentar algo en este sentido cuando me he puesto a ver un poco de porno después de comer, como suelo hacer todos los días, y otra idea ha desplazado a la anterior. Una idea algo más ligera, puede, pero muy sombría también. Y es que no está el siglo para fiestas, supongo.
He pensado en la próxima vez que tenga sexo. Esto, un acontecimiento que se ha tornado extraño a base de costumbre- o de la falta de ella- puede ocurrir en cualquier momento entre ahora y el futuro. La estadística y la inercia parecen sugerir que más tarde que temprano. Ocurra cuando ocurra, habrá pasado mucho, mucho tiempo entre ese momento y la última vez que me viera en esa situación.

El sexo. Sexo, sexo, sexo, ¿por qué no nos llevamos bien?
Llevo años sin disfrutar contigo ni nada con lo que estés relacionado. Un tipo como yo simplemente no es capaz de disfrutar con el sexo, no se nos está permitido. Es un acontecimiento tan anormal dentro de mi rutina que bien podríamos decir que resulta extraordinario. Como un año bisiesto: no es que sea un fenómeno del todo desconocido y, en el fondo, sé que tarde o temprano tocará pero cuando al fin pasa no puedo evitar sorprenderme- ¿Ah, era este año?-.
¿Cómo pasar un buen rato, cómo relajarse? Si para mí, dada la clase de relaciones que mantengo, cada vez que al fin me acuesto con una mujer es como si estuviera presentándome a una audición. Como Matt LeBlanc cuando apareció en el casting de Friends después de que unas copas se le complicaran y no durmiera en toda la noche, muerto de miedo ante la oportunidad de su vida. Ahí estoy, lejos de mi mejor forma y ante un público que me va a juzgar con un ojo crítico en exceso y a quien debo impresionar si quiero pasar a la siguiente ronda o si, al menos, pretendo que no le hablen mal de mí a otros directores de casting y así conservar la oportunidad de presentarme a más audiciones en adelante. Aunque sea dentro de unos años...

Algunos me hablan de la diferencia entre "hacer el amor" y "tener sexo"-"tener sexo" es eso a lo que la gente normal llama "follar"- y me explican las ventajas que tiene lo primero sobre lo segundo. Sin pretender ponerme muy profundo, yo creo que lo que desde luego es mucho mejor que "follar" es "follar regularmente". Quizá entonces, a fuerza de costumbre, no se convierta en una experiencia tan traumática, una sensación tan ajena. Puede que así se pueda afrontar con tranquilidad y sin ninguna clase de remordimiento por no haber hecho un último repaso antes de presentarme.
Hacerlo regularmente es algo así como estar en un plan Bolonia de las relaciones humanas; tienes muchas oportunidades de demostrar lo que sabes y no importa que la cagues un poco en alguna de ellas, porque muy pronto puedes subir nota. Y claro, tienes examen todas las semanas, no sé si sabéis a qué me refiero...

Una pareja puede hacerte feliz. O no, no es mi intención teorizar en exceso, pero lo que seguro te ofrece es una sugerente dosis de sexo frecuente, lo cual puede observarse como una bonita costumbre. Una oportunidad inmejorable para entrenar y mejorar nuestro estilo- pues sólo con la práctica constante podemos acercarnos mínimamente a la perfección- y cimentar nuestra confianza. Ir al cine los sábados está bien. Visitar un museo algún que otro Domingo suelto también es una posibilidad interesante. Sin embargo, lo realmente atractivo de una relación de pareja es la multitud de oportunidades que presenta a la hora de tener sexo sin necesidad de que pasen años entre una experiencia y la siguiente. Una cita inmejorable a la que se puede asistir con la ligereza del que se sabe escogido y no debe buscar un mensaje oculto, una señal, una clave en cada gesto del otro, intentando extraer alguna conclusión de cómo está desarrollándose el momento. Un lapso en el cual esté permitido desconectar el cerebro y poner en piloto automático el cuerpo. Un rato simpático.
Desde luego, la posibilidad de follar regularmente es, con mucha diferencia sobre todas las demás, la carácterística que más llama mi atención a la hora de desear, como hago ahora, encontrar novia. No sé, llamadme romántico.

*Me resulta curioso pensar que, hace un par de años, escribí un post llamado "Yo y el resto" en el que, entre otras cosas, me lamentaba de la gran cantidad de "sexo sin sentido" que practicaba. Menudo gilipollas que era ese puto niñato. No es broma cuando digo que me odio en pasado. ¿Debería escribir una nota a mi futuro yo pidiéndole perdón por las veces que lamento el rato que paso lavándome el pelo que él ya no tiene? ¿O por las veces que me da pereza hacer abdominales? Quizá sí. Quizá sí...

domingo, 22 de mayo de 2011

Es para ti

Y una noche, en una boda después de auqella boda, me sorprendo dândome cuenta de que ya no me gustas. Y me encanta la sensación.

domingo, 15 de mayo de 2011

Leones en cajas

Me dijo que, para escuchar su respuesta, debía esperar un tiempo, pero ¿cuánto, cuánto tiempo? Ya lo sabrás, me dijo.
Pero, ¿cuánto? ¿El que tarda un semáforo en rojo en pasar a ámbar y luego a verde? ¿Lo que tardan en traerme un libro de segunda mano de Inglaterra? ¿O todo el tiempo que transcurrió la noche que esperé a que se diera la vuelta y me mirara, susurrándole al oído sus adivinanzas favoritas de cuando ella era una chiquilla, sentada como estaba en el tejado, con los pies colgando sobre la ciudad? Porque aquella noche que ella esperó al amanecer con los ojos cerrados y dándome la espalda, la Luna, una media Luna, una Luna turca y borracha de espadas, parecía no moverse y mi reloj parecía no poder vencer la resistencia de los segundos pegajosos y remolones. Porque, aquella noche, amaneció tras siete años, y el día trajo consigo toda una camada de crías de cuervos, pero ninguna palabra ni ninguna mirada, ni suerte. No, no estaba dispuesto a pasar otra vez por eso.
Como ella no quería darme ninguna información, decidí que sólo podía preguntarle por el tiempo al mismísimo Tiempo. Pero claro, El Tiempo es complicado de abordar, porque, ¿sabéis?, El Tiempo se mueve todo el tiempo. Y cada vez que corría a su encuentro, Él ya se había marchado, había pasado por allí, sí, pero ahora estaba llegando al futuro, siempre estaba en el futuro cuando yo llegaba. Llegaba tarde, llegaba en pasado a un presente que ya estaba renunciando a todo título y privilegio y que también había sido abandonado. Y lo único que dejaba El Tiempo para mí y para el presente huérfano y bastardo era el eco de una risa cruel que parecía haber dejado grabada detrás de sí a modo de contestador, para recoger mi mensaje o, en este caso, mi pregunta. El Tiempo es ciertamente cruel, como digo, porque, veréis, el problema con El Tiempo- o uno de ellos- es que nunca pierde, pero tampoco ha aprendido jamás a ganar porque no lo ha necesitado y no conoce de códigos de caballeros ni modelos de conducta.
No sé cuánto tiempo pasamos jugando al ratón y al gato, El Tiempo y yo, pero comencé a sospechar que Él tampoco albergaba la respuesta de cuánto debía esperar por ella- ¿cuánto era suficiente? ¿Cuánto mucho, cuánto poco, era alguna vez demasiado?- y tampoco siquiera acariciaba ya la esperanza de que, si la tuviera, fuera alguna vez a aguardar por mí y compartirla. El Tiempo encontraba divertido nuestra pequeña representación, más yo comencé a olvidar su sonrisa, la manera en que su melena ondeaba ligeramente, mecida por la brisa nocturna, del mismo modo y con la misma cadencia que lo hacían sus pies trece pisos sobre el asfalto. Y decidí volver tras ella para poder recordar todo aquello y seguir susurrándole infancias al oído aunque nunca me hubiera mostrado sus ojos.
Pero cuándo llegué ya no estaba. ¿Había acaso estado fuera tanto que ella se cansara? ¿Había pasado demasiado tiempo tratando de alcanzar al Tiempo para poder interrogarle acerca de cúanto tiempo era el tiempo que ella deseaba que la esperase? ¿Era eso?
No, no. No. No, por favor.
Así que corrí, otra vez, de nuevo. Volví a correr cómo llevaba tanto haciendo, sólo que ahora en pos de ella, reprochándome lo impaciente y estúpido que había sido. La busqué en el banco que no tenía patas, la busqué donde aprendió a cantarle a las grietas del asfalto, allí donde gustaba de observar a las gaviotas posarse sobre las barcazas que llevaban la basura de nuestra ciudad a pueblos más pobres y necesitados que estuvieran dispuestos a aceptar albergar los residuos de otros a cambio de limosna. La busqué en nuestra azotea, pero no estaba.
Y cada vez que llegué a cualquiera de los lugares donde ella reinó o reinaba, sólo econtré un vacío levemente ocupado por una risa cruel que me recordaba que llegaba tarde, que había estado allí, si, pero ya se había ido hacía algún tiempo.


*Para la señorita Carlota, porque me lee aunque no tenga ninguna obligación conmigo y eso es de agradecer, además de una muestra de su estoicismo y valentía. Por cierto, durante un tiempo yo también me llamé Carlota, pero eso es otra historia.

domingo, 8 de mayo de 2011

El eterno retorno de lo mismo

A aquellos novios y novias que se enamoraron a los 16, 17 o 18 años y tienen el erróneo convencimiento de que no hay nadie más para ellos ahí fuera, por malo que sea que quien está ahora aquí dentro. A todas esas parejas que no conocen otro tipo de relación que la que mantienen, ni distintos compañeros que aquellos que fueron los primeros. A todos esos infelices que periódicamente se atreven a buscar la felicidad cortando los lazos que les unen al primer y todavía único amor, pero a los que el valor no les dura demasiado tiempo. A los que se odian, lo dejan, vuelven y continúan odiándose. A los testículos que se hinchan cuando pasan demasiado tiempo junto a ella pero se empequeñecen a causa del terror según parece que se aleja. A jovencitas que tiemblan preguntándose si encontrarán a alguien que les abrace igual que lo hacía él cuando se vayan a la cama, los días que papá y mamá están fuera.
A esos novios, parejas, relaciones que no saben si están juntos o separados pero no les acaba de gustar ninguno de los dos estados, que continua y cansinamente entran y salen.
A esto y no a otra cosa es a lo que se refirió Nietszche cuando habló del "Eterno retorno de lo mismo".

viernes, 6 de mayo de 2011

Spain is different

Una de las primeras cosas de las que hablaré a los americanos cuando me pidan que les cuente cosas de mi país es que en España se sale los Viernes. Es el día fuerte, cuando más gente lo hace. Puede que les parezca extraño, tengo entendido que ellos son más de Sábados. Sin embargo, yo les explicaré que es casi un imperativo; no ponen nada ni remotamente decente en la tele.

martes, 3 de mayo de 2011

Aquellos que están locos, con ganas de todo a la vez

He soñado que ya llegó el momento de que certifique que habito esta esfera irregular y maciza. De viajar muy lejos, hasta la línea del horizonte donde descansa el surtidor del cual brotan las estrellas por la noche, buscando que alguien me selle el ticket de la vida, que me entreguen mi billete.

Sé, porque lo he oído contar a edecanes proscritos de cabellos claros que cruzan los riscos a lomos de sus mastines plateados, que antes debo recorrer muchas y distintas tierras. Parajes que sólo pueden ser factibles para peregrinos de mentes limpias y carentes de expectativas; aquellos que nada esperan y todo les es revelado en recompensa a su tibieza. En cada una de esas tierras de irrealidad latente y frágil recogeré sellos para que mi cartilla de viaje atestigüe que completé tantas etapas del camino como era necesario a fin de apurar mi vida y llegar a tiempo de comprenderlo todo, cómo propuso Kavafis en su Ítaca. Terminar antes sería del todo inútil.

Espero encontrar el lugar idóneo para detenerme y contemplar, como aquel que se asoma por la ventana de un ferrocarril que comienza su marcha, el desfile de montañas rojas en constante crecimiento y lagos tan cristalinos y curvilíneos que su concavidad haga las veces de espejo burlón y descomponedor del cielo. De tal manera que ya nunca más parezca que la luz sigue una línea recta, si no que ella también decide vagabundear, al igual que yo, antes de alcanzar finalmente su destino.

Deberé viajar mucho tiempo. Tanto, que quizá cruce campos dorados de trigo atravesados por hileras infinitas de padres que sostengan a sus hijos sobre su regazo mientras azotan rítmicamente sus traseros desnudos y los chiquillos guardan, con estoicismo, el silencio de los resignados. Quiero tardar mucho, como digo, de manera que a mi regreso pase por los mismos campos y contemple entonces a los niños, ya crecidos, que golpean a sus ahora ancianos padres, los mismos que, tiempo atrás, pretendieron educar a sus vástagos de aquel modo. Y, dado su mutismo, nunca podré preguntarles el porqué de ese cambio de papeles y no sabré si achacarlo a la tradición o a la venganza y me llevaré conmigo esa duda a la tumba.

No prestaré, en cualquier caso, atención a este transcurrir del tiempo y despreciaré el cálculo de fechas. Conoceré qué temporada habito según el tipo de materia que las estaciones tengan a bien depositar en mis mejillas. No seré más que el artífice de un viaje, el instrumento por el cual se lleva a cabo. Ni siquiera la excusa, tan sólo la herramienta, el mudo testigo de un desfilar de paisajes que podrán testimoniar a su vez que por fin, entonces sí, habré vivido.


*Un guiño al señor Follana, de Noviembre, a quien la lectura del mismo libro le inspiró de modo parecido pero diferente.

domingo, 24 de abril de 2011

No sé de verdad, no me canséis. Es tarde.
Llevo toda la noche con hipo y sí, claro que sí, milagro, se me ha quitado al entrar en casa. Y no he llegado a casa tal cual, qué va, si no cuarenta pavos abajo. Por una noche lamentable me parece un precio estratosférico. He dudado a la hora de poner ese acento.
A partid de ahora voy a decir "Fabuloso" cada vez que me pregunten qué me parece algo. Es gay, muy gay, pero tiene su encanto. Su encanto gay.
Me pregunto si alguna vez seré capaz de arrancarme el brazo de cuajo, o por lo menos dislocarme el hombro; es una manera muy original de acabar con una noche que te molesta hasta el punto de sentir que te pinchan los testículos. Es guay. Guay en plan gay. Guay gay, gay guay.
Estoy en plan juguetón, ¿eh? Aunque un poco mosca, como un babuino al que le han freido su culo pelado.
Que no, venga va, ven que viene, pase misí pase misá. Oiiiiiiigh, estáis tontísimas.
No sé que iba a decir, nada de interés... pero me llama el señor Miyaghi (se pronuncia millagui) y la cama también y total... que más da.

lunes, 18 de abril de 2011

¡Oh, la primavera! ¡Oh, el romance!

Estaba en un parque a donde va a beber la gente los viernes por la noche, los sábados por la noche, en vísperas de festivo. Esperaba a mis amigos y, yendo a buscar tabaco, crucé algunos grupos- no muchos- de chavales con botellas y otra cosa más que me llamó mucho la atención: una pareja besándose. Un chico y una chica, ambos más o menos de mi edad, ambos atractivos, apoyados sobre un coche besándose un sábado por la noche. Sólo besándose.
Me pareció raro el lugar- el parque, sábado noche, rodeados de gente que se emborracha y monta alboroto- y el hecho.
Porque solamente se besaban, concentrándose en el contacto de sus labios y nada más. Él se apoyaba en sus caderas y las manos de ella reposaban en el cuello de él, y nada más. Besos largos, con tiempo para cambiar el ángulo de incidencia, el lado hacia el que se inclinaban sus cabezas, la zona exacta de contacto. Besos sin prisas, ni límites de tiempo ni agendas ocultas.
Yo hace mucho que no me paro a besar. Si lo hago es por sexualizar una situación. Un acto que me brinda la excusa para poder revelar zonas con mi mano que no me dejarían si por otro lado no estuviera besando.
Una coartada.
Un trámite pre- coital.
Una convención social.
No lo hago por placer, como ellos. No por ese tipo de placer, al menos. No lo hago por disfrutar de la compañía de alguien, por acercar su olor y su piel mientras reina la calma.
De hecho, si no tuviera que besar porque es lo que manda la tradición, no lo haría. No con la mujeres a las que beso ultimamente.
Concentraría mi boca en actividades más interesantes, en otras regiones más... exóticas.

domingo, 17 de abril de 2011

Ir a Buddha significa varias cosas. Se ven muchas putas. También debes enfrentarte a una cuestión muy personal: ¿podrás perdonar a tus padres por no poseer un terreno que albergue pretóleo?

lunes, 11 de abril de 2011

Vertedero o tu lado oscuro

Mi nombre te repta
por las alcantarillas de tus adentros
ocupa y se hace fuerte
en las zonas oscuras
de las que te avergüenzas.
Las que no controlas, las que niegas.
Las que escondes.
Mi recuerdo participa en una guerra de guerrillas
bajo la mugre que cubre todo aquello
que ocultas y lamentas
y te muerde los tobillos.
Con sus colmillos escribe
“No me olvides,
no me he ido”
Inocula la memoria
impúdica de tus pecados
es guarda y custodio
de una conciencia violada
antes casi muda;
la tuya.
Escapa a tu control
acallar sus siseos de serpiente,
el crepitar
de su cuerpo al arrastrarse
por entre tus residuos,
nuestros residuos,
los restos descompuestos de lo nuestro
apestando en la morgue del pasado,
esa recopilación de equívocos
los grandes éxitos de nuestros gritos.
Mi nombre es el veneno de tu nombre,
la receta de tu huida,
una nueva variante de sonrojo,
Una implacable.
Una íntima.
Tanto
que la sientes vibrar entre tus piernas
como un rebelde quejido.
Todas las partes de tu cuerpo
me llaman quedamente
y quema la ausencia de mis dedos
en sus entradas y salidas.
Me buscas,
anhelas ya como algo natural y cotidiano
encontrarme;
cada lamento ahogado es un lento "vuelve".
"Vuelve, por favor".
Mis pies tiemblan,
mis secretas promesas
vacilan
carentes de base y hueso porque
todos los caminos que se abren ante mí,
me parecen de retorno.

Cuéntame

Cuando mi padre era pequeño,
todos los edificios que ves aquí
eran de color sepia.

miércoles, 6 de abril de 2011

Mujer Majestuosa

En un artículo de El Mundo de hoy ("El Mundo" es el nombre del periódico y "de hoy" significa que me refiero a la última edición) se puede leer un interesante artículo donde me he encontrado con una de las cosas más absurdas que he visto ultimamente.

El interesante artículo trata sobre una revista que ha lanzado Al-Qaeda que pretende ser algo así como el Cosmopolitan o Vanity Fair de las abnegadas mujeres de los terroristas suicidas. En ella se pueden encontrar útiles consejos de belleza o recomendaciones para ser una buena mujer, madre y esposa de futuros terroristas, a poder ser. De hecho, se les anima a casarse con un futuro suicida en vez de con un "simple musulmán", siempre que sea posible. Adorable.

Pero, aunque no lo parezca, esto no es lo absurdo, que bien podría. ¿Hay más?¡Hay más!

Por lo que se ve, en el primer número, cuya portada es la foto de una ametralladora, también viene incluida una nota en la que se habla de la desaparición y búsqueda de una mujer desaparecida. Con el fin de facilitar a su localización se pide la colaboración ciudadana. La pista que ayudará a reconocerla: una foto de una mujer completamente enfundada en un burka verde oscuro, cuyos ojos ni siquiera se intuyen detrás de la diminuta rejilla situada a su altura. Algo me dice que tendrán problemas para dar con ella.


He intentado encontrar un link, pero parece que no está disponible la versión digital del artículo. Una pena, se pasa un rato distraído leyéndolo.

Al paro

"El mundo tiene a veces sabor de Nochevieja." Paseo Marítimo, de Luis García Montero.

Hoy el mundo tiene un extraño y nada melancólico sabor a Viernes.

domingo, 3 de abril de 2011

Vivo
fin de semana
a fin de semana
esclavo de un cash flow
que me es adverso
un enemigo
con el que negociar
un futuro incierto
que me promete crisis futuras
y escasez de medios.
De mayor quiero
poseer una de casas
con dos puertas
una para las visitas
y otra para el servicio
la única tranquilidad posible
ante la noche
es contar con dinero en el bolsillo.

viernes, 1 de abril de 2011

Súper Mario

No es la primera vez
que me prometes
que no vas a morir
y faltas a tu palabra.

Me voy a dormir,
creo
que he comido demasiado.

Una esquina, una puerta, una ventana, nada



Habita episodios atrasados

que se emiten a partir de medianoche,

en cartas que llegan a su nombre

que sólo traen escrito un "ya me he ido".

Devuelvo las facturas,

las revistas donde aprendió las frases para abandonarme.


Un río de candados antes subterráneo

aflora de cuando en cuando en el pasillo,

cargando el rumor hasta la superficie

del eco de sus pasos que se pierden

en hojas a las que ya ha renunciado el calendario.


Pretendo echar la llave a sus habitaciones,

desinfectar esas paredes o incendiarlas,

pintarlas del color de la lluvia ácida

que separa el pellejo usado de los huesos

y brinda otro punto de partida tras ser purificados.


No quiere marcharse,

se revuelve feroz y felina

como un depredador acorralado

y de un zarpazo desordena las estrellas.

Ancla sus garras oxidadas sobre piel ya muerta,

revisita y reclama viejas cicatrices.


Extraño su lugar entre mis cosas.

Dibujo un mapa insólito de ausencias

que recoja los puntos de mi cuerpo

que mantienen aún el luto contraído

ante tanta estantería ahora vacía.


Estoy comprándole la soledad a plazos,

una colección que no se vende en los quioscos.


Y un Domingo por la mañana al despertarme

comprendo al fin que duermo abrazado a su cadáver

Cementerio Nuclear

Lo que se teme sean miles de cadáveres se encuentran esparcidos a lo largo y ancho del radio de seguridad de 30 km que rodea la planta de Fukushima.

Su recuperación queda excluida, de momento, de las labores de búsqueda de desaparecidos. Se sabe que reposan allí, pero no se autoriza su rescate. Se teme que los niveles de radiación acumulados desde la catástrofe y absorbidos por los restos sean mortales para aquellos que pretendan retirarlos.

Cientos, puede que miles, cuerpos que alguien antes amó y que ahora extrañan, abandonados a su suerte, invadidos de radiación; las partículas secretas e invisibles de Dios.

jueves, 24 de marzo de 2011

Información de utilidad

Hay muchas teorías sobre cuándo has dejado de ser un posible candidato a tener una relación romántica con una chica para convertirte en sólo un amigo y cuales son las señales que lo denotan.
En cualquier caso, todas las teorías parecen coincidir en que una vez se entra en la categoría de amigos, ya es imposible salir. Es una cárcel a la que uno está sentenciado de por vida. De ahí no te sacan ni Tim Robbins ni Michel Scholfield ni leche que los fundó.
Uno de los signos más claros de que has perdido tu oportunidad es que ella te diga que eres mono, en cualquiera de sus variantes. A saber:

1- ¡Qué mono eres! (con un "por Dios" opcional)
2- ¡Eres monísimo!
3- Eres súper mono, te quiero muchisimo porque eres un amigo muy especial con el que nunca jamás tendría absolutamente nada más porque no quiero estropear nuestra amistad que es muy importante para mí y porque además no te encuentro atractivo en absoluto.

Ésta es quizá la más clara de todas, sin embargo, con que incluyan la palabra "mono" en cualquier frase, incluso aunque estéis en el Zoo, la selva o el Planeta de los Simios, debes saber que ya estás jodido.
De nada.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Un poquito más de mi tema favorito

Primero sonarán las alarmas de los observatorios situados en las altas montañas. Bocinas que proyectarán luz roja y pánico sobre las paredes. Todos los científicos que huelen a café y rutina se frotarán los ojos y pasarán horas observando el firmamento, preocupados. Desde el observatorio espacial Sphinx, que mantiene a duras penas el equilibrio sobre un risco de los Alpes suizos, llamarán al observatorio de Atacama…. Se descargarán las imágenes más recientes del telescopio espacial Hubble y las analizarán con detenimiento en Houston, Texas. Llamarán a la estación espacial internacional y les preguntarán ¿desde allí qué veis, chicos? Aquí parece que se esté acercando una especie de pomelo gigantesco, dos mitades perfectas separadas por una grieta abismal de una longitud superior a 5 veces la del ecuador. Los astronautas y cosmonautas aparecerán serios en la conexión por vídeo. Es muy grande, base, se acerca a gran velocidad y a nosotros ya nos tapa el Sol. Pinta mal, pinta mal- y uno de ellos mirará al suelo y negará con la cabeza muy lentamente, muy, muy, lentamente, temiendo lo peor. Aquí abajo, dentro de nuestro amenazado planeta los analistas se frotarán la frente, discutiendo frente a pizarras repletas de cálculos diferenciales y de trayectorias, preguntándose qué y preguntándose cómo. Los presidentes de las naciones más poderosas de la Tierra estarán en permanente contacto con toda le gente con gafas que trabaje para ellos, sus cerebritos a sueldo, esperando, rogando, que aquellos pardillos a los que daban collejas en el colegio encuentren la solución a esta catástrofe. Que les resuelvan la papeleta. En la NASA visionarán una tras otra todas las películas de Hollywood sobre holocaustos espaciales, como Independence Day, Solaris, Mars Attack, La Guía del Autoestopista Intergaláctico y El Retorno del Jedi, que era muy mala e introdujo a los Ewoks aunque no pintaran nada entre tanto sable láser. Armageddon será la que más le convenza: se presentarán en una plataforma de extracción petrolífera y le propondrán a un grupo de aguerridos y rudos operarios que viajen allá arriba para poner un misil americano en el centro del Melocotón del Juicio Final y salven así al mundo y, por ende, su país. Una bandera preñada de barras y estrellas ondeará orgullosa en lo alto mientras los obreros le gritan a los enclenques científicos si están locos o qué coño les pasa y les tiran al mar por la barandilla del helipuerto. Vaya mierda de idea. Cuando el objeto extraño y masivo se acerque tanto al planeta que nadie sea ya capaz de ver nada que no sea su silueta al alzar los ojos al cielo, todas las cadenas del mundo, en todos los países, emitirán imágenes e información 24 horas sobre la tragedia, elucubrarán, debatirán, comunicaran novedades con rigor y profesionalidad, aún cuando la muerte se cierna sobre ellos de manera tan ominosa y evidente. Familias enteras se concentrarán, mudos, ante los televisores, siguiendo minuto a minuto el desarrollo de los acontecimientos. En España la gente estará viendo “Sálvame”, que esa tarde- como todas las tardes- estará al rojo vivo y muchas marujas y gordas aplaudirán a Belén Esteban. O curiosearán con “¿Quién vive ahí?- ¿quién? Un puto decorador que enseña su casa para hacer autobombo, que es lo mismo que un taxista salga en la tele y diga “No, yo soy la rehostia, sé conducir y todo”- o grabando un video para el próximo casting de Gran Hermano. Sólo cuando el ínclito objeto esté a punto ya de tragarse a la Tierra nos daremos cuenta de que no es un pomelo, ni un melocotón, ni un gigantesco y malévolo Pac- Man. Podremos diferenciar claramente dos nalgas perfectamente esféricas, de una extensión diametral superior a 6 planetas como el nuestro. Un culo enorme, interestelar y galáctico, acercándose para acabar con la raza humana y no dejar rastro de nada. Nuestro mundo se irá sumiendo en la oscuridad en la medida en la que se vaya introduciendo en la grieta que separa sus dos mitades, monstruosas posaderas, adentrándose más y más en la raja de culo más terrible y perversa del Universo. Será entonces, por la falta de luz, complicado distinguir un coqueto y pequeño- en comparación con el resto del asesino trasero, azote de la Vía Láctea- ojete, un ano oscuro, indescifrable, un agujero negro de infame entrada que prometerá ser el final de todas las cosas. Siendo su apertura ligeramente superior al volumen de la Tierra, ésta irá entrando de manera forzada por él. Como cuando se le intenta aplicar un supositorio a un niño pequeño y éste, tímido e incómodo, aprieta el culo para expresar su descontento, resultando la operación así más complicada. Al frotarse con sus bordes, los edificios más altos de nuestro todavía intacto hogar se irán partiendo y la gente sentirá a la vez pena y vergüenza de que el Apocalipsis sea aquello, que su planeta desaparezca absorbido por el recto de un culo que viaja por el espacio profundo recolectando cuerpos celestes que envía quién sabe adonde. Y una vez todo el globo haya desaparecido en la oscuridad más íntima y profunda posible, el ya saciado ano dejará de dilatar y volverá a su circunferencia original, relajada y libre. Se oirá un sonido seco, parecido al que se escucha al abrir un bote de Pringles o al darse con la palma de la mano en la boca abierta, o puede que también como el que produce meterte el dedo en la boca, presionando desde la parte interna de la boca a la altura de la mejilla y sacarlo de golpe. Una vez se extinga ese sonido no quedará señal alguna de lo que fuimos y el espacio que habitamos quedará vacío, siguiendo el traser0 aniquilador de vida su camino, donde quiera que le lleve. Será nuestro final y podremos decir entonces que ya sí, por fin, nos habremos ido todos a tomar por culo.



*Desde luego te tiene que gustar mucho lo que haces para levantarte todas la mañanas e ir a trabajar a este sitio, el Observatorio de Sphinx ese.

Dos secretos, el de Superman y el mío

Una vez le preguntaron a Superman: ¿cómo haces para sobrevivir en el espacio?
Es muy simple; no respiro.
¿Cómo que no respiras?
Bueno- contestó él, un tanto contrariado- en el espacio no hay oxígeno. Tendría una pinta bastante estúpida intentado respirar allí, ¿no crees?

A mí a veces me preguntan y a veces me pregunto: ¿cómo haces para olvidarla, para superar todo aquello? Es ciertamente oportuno el que ya no seas capaz de definir ese dolor, ¿cuál es el truco?
Es muy simple: no pienso en ella. Nunca.

lunes, 21 de marzo de 2011

Salomé

No es que esté estos días muy católico en cuanto a esto de juntar palabras a ver si quedan bien, pero voy a hacer un esfuerzo. La ocasión lo merece, ya veremos que tal resulta.
Una vez le dije que tenía mucho sentido que hubiera nacido el mismo día que lo hace la Primavera. Ella, Salomé, me recuerda a esa estación que hoy estrenamos. No sé si por autosugestión, o porque, como tantas otras veces, valoro demasiado todo lo que digo, pero es cierto que se parecen. Las dos, Salomé y la Primavera, son cálidas pero a la vez refrescantes, coloridas y muy, muy bonitas. A las dos se las espera y siempre son bienvenidas. Es muy fácil llevarse bien con la Primavera y sentirse cómodo en su compañía; lo mismo pasa con mi amiga Salo. La Primavera no te agobia con un calor sofocante ni te hace sentir incómodo por el frío y mires donde mires, siempre hay algo creciendo. En Salomé también crecen muchas cosas, y estoy hablando de su interior, malditos malpensados. Esa cabecita es, contra todo pronóstico, un lugar muy fértil y bastante transitado.
¿Por qué contra todo pronóstico? Porque la chica es una belleza de las que dan ganas de pasear por todas partes. Si fuera un poco más pícaro de lo que soy- y tuviera alguna esperanza de que me creyeran- susurraría a los extraños que es mi novia cuando ella no escuchara, por el puro placer de dar envidia. Me resulta gracioso todavía cuando algunos me ven con ella y me preguntan qué quién es y de qué la conozco, las miradas de “Vaya tela” que la recorren, o cuando alguien que la ve menos a menudo que yo me dice bajito “Joder tío, ¡cómo está Salomé últimamente!”. Yo ya no me doy cuenta, no porque no la admire, si no porque uno se acostumbra rápidamente a lo bueno.
Cuando la conocí yo pasaba una buena época en cuanto a lo que las mujeres se refiere. De hecho, la estadística arroja un oscuro presagio si comparamos los últimos años con aquellos: probablemente- si esto no cambia de manera radical- haya sido y será durante mucho tiempo mi mejor época. Sí, es triste de pelotas. El caso es que por aquella época yo creía que había visto mucho (y sí que había visto mucho, ya me entendéis) pero, y a ella ya se lo he dicho muchas veces, la primera vez que la vi tuve que redefinir todos mis esquemas, mis listas, mis ránkings y mis perspectivas: era, simplemente, la chica más espectacular que había visto.
No tardamos mucho en hacernos muy amigos, fue de repente, una mañana en el metro, muy temprano, me empezó a dar la chapa sin previo aviso. Estaría aburrida porque creo que nunca antes habíamos hablado. O quizá me confundió con otro, es una chica despistada que, por aquella época, dudaba si Carod-Rovira (ese ser despreciable) era un compañero de curso cuando oía a gente hablar sobre el tipo. Guardo con cariño el recuerdo de aquel día, me alegro de no haberme quedado dormido y haber cogido el tren a esa exacta hora.
Es muy sencillo querer a Salomé, porque ella es un trozo de pan regado con agua bendita. Pocas veces he conocido gente con menor inclinación por el mal. En todos estos años nunca la he visto actuar con intenciones destructivas o dañinas. Contra nada, contra nadie. Y ha tenido oportunidades y motivos; lo que los juristas llaman “móvil”. Ella pasa de puntillas sobre esas oportunidades, mira antes de cruzar la calle para que ninguno de esos impulsos la atropelle. Puede que lo que ocurra es que está por encima de eso. Es lo que yo creo, y la admiro, porque no es fácil conservar la inocencia como ella lo hace.
Mierda, esto me está quedando muy pastel. Voy a tener que lanzar un par de ideas que disipen tanto rosa, que me asfixio: sodomía, tráfico de armas, conferencias sobre proctología, cremas de higiene interna para mujeres.
Y la chica, como digo, es lista, es culta, recomienda lecturas interesantes y aguanta tochos que yo no quiero ni mirar de lado. Es bastante completa, ojalá, como le dije una vez medio en broma medio en serio, hubiera nacido un par de años antes para parecerle atractivo. Con este tipo de mujeres “top”, estás maldito desde el momento en el que el año que figura en tu DNI es el mismo que el de ellas. Bueno, no se puede tener todo, y ser su amigo es todo un privilegio, de verdad, por el cual me siento afortunado. En serio.
Ella es el tipo de persona que no sabe fallarte y eso me tranquiliza. No conozco muchas de ese tipo. Sólo espero ser capaz de no fallarle yo nunca a ella, porque se merece que la cuiden como el bien precioso que es y no sería muy inteligente por mi parte dejar de merecer su compañía.
Todo lo que importa ya lo sabes tú, o eso espero. Feliz cumpleaños, Salo. Te quiero.

Y ahora, si me disculpáis voy a darle una patada a un gato, porque este derroche de sensibilidad me ha dejado oliendo a flor de vainilla y se me han caído de golpe todos los pelos del pecho.

domingo, 20 de marzo de 2011

jueves, 17 de marzo de 2011

La relación más auténtica que he tenido

Te faltaré al respeto desde la distancia. Al confortable amparo de las sombras que se proyectan en mi cuarto cuando me siento a oscuras frente al portátil. Prescindiré de fórmulas sociales, de tratamientos deferentes, sólo porque no tengo obligación de encontrarte frente a frente. Seré cobarde con la excusa de no tener la oportunidad de ser valiente. No levantaré la mano para significarme, al contrario, me las frotaré debajo de la mesa, donde no hay testigos. Hablaremos de cachorrillos inocentes por el chat de alguna red social, fingiré que me interesa de alguna manera cualquier cosa que te guste, tus hobbies tontos, aunque no sea cierto. Me ganaré tu confianza, preguntaré cuáles son tus prácticas sexuales preferentes, hasta donde has llegado con un tío
Con el tiempo, acabaré haciéndome una foto semidesnudo en el espejo del cuarto de baño y te la enviaré. El mensaje irá acompañado de un “xD” para fingir que es una broma y así rebajar un poco la tensión. Al pulsar la x y la d y la tecla de mayúsculas estaré acuchillando tres veces cualquier resto de dignidad que atesorara y alguien borrará mi nombre de la lista de admisión del Cielo. Esta noche que durará toda la eternidad, me quedaré fuera del garito. San Pedro fingirá que Dios se lo ordena por un pinganillo desde la zona VIP.
Automáticamente podremos decir que somos novios y a ti ya no te resultará tan raro quitarte la ropa para mí con la webcam encendida porque ya compartiremos una intimidad creada a base de emoticonos que pretendan resumir nuestras emociones.
Les hablarás de mí a tus padres, a tus amigas. Todos te recomendarán que te andes con cuidado, recelarán, se ven muchas cosas preocupantes últimamente en las noticias.
Internet, ese milagro, nos permitirá habitar en la ilusión de que nuestra existencia es un poco menos vacía y creeremos conocernos. Compartiremos inagotables horas expresándonos por medio de un teclado. Casi todo lo que nos digamos estará en más o menos relacionado con el sexo.
Nunca quedaré contigo, ni siquiera oiré el timbre de tu voz al otro lado del teléfono. No tengo intención de pasear contigo por ninguna parte, no quiero que me aburras con tus miedos e ilusiones, tus cosas de niña, de chica, de mujer, de anciana.
Sin embargo, estoy preparado para intentar enamorarme de los pixels que te representan en pantalla. O por lo menos pretenderlo.

martes, 15 de marzo de 2011

Mi vida en prosa*

*Inteligente símil a cuento de la célebre frase "Mi vida en verso"

Últimamente siempre tengo algún destrozo en la cara, heridas terribles de rascarme. Es porque siento la necesidad de tocarme y las pajas me dejan triste y solitario.

Claro que es posible que un hombre y una mujer compartan una amistad y nada más. Yo mismo tengo amigas, amigas de verdad, con las que mantengo una relación estrecha y con las que nunca pasa nada inapropiado. Siempre lo digo: son mis amigas y nunca tendría nada con ellas. Hay muchas razones para esto. La primera y más importante es que ellas no quieren liarse conmigo, luego vienen todas las demás.

Una encuesta rápida: en una escala del 9 al 10 (siendo 9 "mucho muchísimo" y 10 "ya te vale, tío") ¿cuánto creeís que estoy encantado de haberme conocido?

Catástrofes Impopulares

El mundo es un lugar azul, verde e injusto. Desde el espacio sólo se ven el verde y el azul, a ras de acera es cuando uno cae en lo de injusto.
¿Por qué la gente detesta a los japoneses? ¿Qué ofensa han podido perpetrar contra la raza humana más allá de utilizar muchas palabras para decir frases cortas y de que siempre parece que estén enfadados cuando hablan? ¿Es porque como tienen los ojos pequeños nunca se sabe si te miran cuando se dirigen a ti y eso crea desconfianza? No creo, porque eso pasa con todos los asiáticos. ¿Es porque sus mujeres no se afeitan las axilas y se enorgullecen de frondosas regiones púbicas? Entonces deberíamos también censurar a las alemanas. Aunque, bien pensado, se censuran ellas solas, no hay más que verlas.
¿Por qué, oh, por qué, estamos fallándole al orgulloso pueblo japonés? ¿No fue suficiente todo aquel escarnio, esa vergüenza, de saber que el heredero del Emperador era impotente, su mujer estaba deprimida hasta el extremo y ese cruel rumor de que el propio Emperador había tenido que tomar cartas en el asunto y fecundar a su nuera para que ésta pudiera alumbrar a su hijo-nieto, que un día debería sentarse en el trono del Imperio del Sol Naciente? ¿No fue eso suficiente acaso? ¿No es cómo para hacerse el jodido hara-kiri? Y ni por esas sentimos compasión, ni cuando tan fácil nos lo pone Mamá Naturaleza o, como dirían ellos, ¡Jaaaa- Naturaleza- Sama!
Hace un par de años un Tsunami de nada borró un trozo de costa del Sudeste Asiático y en cada región del globo modelos, actrices, cantantes y funambulistas del Circo del Sol se rasgaban las vestiduras y se pasaban las manos por la cara. Las lágrimas borraron el maquillaje de Max Factor de toda una generación de celebritites.
Aquí, El Canto del Loco hizo una canción. Sí, aquella de “… vuelve a contarme el cuento donde acaba bien… Despiértame…” y no sé qué más. Bueno, en realidad me la sé entera. Qué le voy a hacer, soy fan, y Dani es súper súper guapo.
Y fue sólo un Tsunami, ni siquiera se vio un combo como el de esta semana: terremoto 8.9 + Tsunami. Dos palomitas grandes + dos refrescos grandes = más caro que la entrada del cine.
En Haití: un terremoto. Y venga canciones en todos los idiomas, y venga galas benéficas. En Hollywood, en Madrid, en el pueblo de Manolete. Llame a este número y realice su donación para esa pobre gente.
¿Es porque son negros? ¿Discriminación positiva? ¿Es mejor ser negro que japonés, de cara a recibir caridad y que te hagan un hueco en el Sábado de la televisión pública? Si alguna vez veo que tiembla la tierra y el mar se encabrita y rebela, ¿debería pedir volverme negro antes que rezar por salvarme? Puede que sólo deba correr hacia Benidorm , quizá el problema es que para irte al infierno, el Apocalipsis debe cogerte en una región turística si quieres que te hagan caso. Si el planeta te manda a tomar por culo rodeado de camisetas que dicen “Alguien que me quiere me ha traído esto de…” tienes más papeletas de despertar simpatías.
¿O es porque cuándo el mar se tragó aquellas playas, mientras ellos nadaban entre escombros nosotros nadábamos en pasta y no sentíamos predispuestos a sentir pena por aquellos pigmeos?
Con todo lo que nos ha dado Japón: ¿qué sería de las niñas pijas sin el sushi? ¿Qué comerían mientras cotillean, tortillitas de camarones, boquerones a la plancha? Tieblan dentro de sus pijamitas de seda tan sólo de pensarlo. Los samuráis, Toyota, Mitsubishi, los kimonos y katanas, Son Goku, Doraemon, Pokemon, los palillos que me hacen quedar como un idiota cada vez que en un restaurante pido que me los cambien por un tenedor… nos han dado tanto. Por no hablar del magnífico manga erótico, todas esas colegialas de pechos masivos, gimiendo por entregas- en el siguiente capitulo, orgía entre la de las coletas de dos metros, Godzilla y el demonio Orishikawa, bajo la atenta mirada de un gato-murciélago que habla y también gime mientras se toca…
Nadie canta, nadie baila, nadie pide que llamen al 082-955-AYUDA A LOS JAPOS.
Benditos bajitos de color ocre claro, os merecéis por lo menos una gala de José Luis Moreno.
¡Banzai!

sábado, 5 de marzo de 2011

Cuando fumas un pitillo apagado sabe a menta light, esto es, sin azúcar.
No puedes creer a la vez en Dios y en el coma, tienes que elegir.
Solo para que lo sepas. A esta puta mierda invita la casa, y que viva la pepa.

viernes, 4 de marzo de 2011

La generación de la que no soy parte

Me llamarán borracho, me llamarán hijo de la droga.
Pero la verdad es que me sientan mal los porros y no bebo tanto como se podría pensar o como mis amigos.
Suele llegar un punto de la noche en el cual me falta el valor o el dinero.
Prometo mejorar. Beber más, por lo menos.
Me dicen que escribo bien y yo lo agradezco y sonrío.
Lo hago de manera sincera, porque me siento halagado, al menos durante unos segundos.
Pero, por dentro, donde nadie puede verlo, en mi territorio secreto, debajo de la cama donde me tumbo a oscuras junto a mis montruos de siempre, lloro.
Lloro porque ahí no tengo necesidad de mentirme ni mentirlos. Ni la capacidad, no sé cómo hacerlo.
Conozco gente ahí fuera- de palabra casual y de vista, de hola y adiós, con los que hablo del tiempo mientras el ascensor sube del 0 al 5, algunos de oídas o por alusiones- que están haciendo más que yo y lo están haciendo mejor. Que están viviendo la vida que yo le pedí a Papá Noel cuando cumplí 15 años.
Alguno de ellos es más joven que yo, aunque eso no importe- que sí importa-.
Lloro porque sé la verdad, que va de la mano conmigo y que se acuesta y se levanta a mi lado y no encuentro razón que me convezca de ignorarla, olvidarla, maquillarla, fingir, rechazarla, negarla...
Escribo lo suficientemente bien para saber que no es suficiente.

jueves, 3 de marzo de 2011

¿Para qué seguir alimentando

esperanzas extranjeras que no contemplas en tus planes,

que no son bienvenidas?

Pasé una vida que era mía

y otras dos que compré a crédito

queriendo descifrar una sonrisa

entre los huecos que te quedaban en la boca

cada vez que la entreabrías.

Una posible invitación en clave de Do

a un baile de máscaras

donde al final te retiraras la careta

y a mí me mudaras la piel a dentelladas

hasta despojarnos de todo envoltorio

que llevara firma del pasado

para poder empezar a moldearnos desde cero

tú a mí como prefieras

yo a tí exacta a como eras antes

es decir, perfecta,

y comenzar un mundo paralelo y vírgen

lejos de todos estos fósiles

que no saben lo que es arrancarse las uñas

arañándose la piel para escribir sobre ella tu nombre.

Que no saben del amor

que muda cuando falta mimo

a cáncer.

Todo eso esperé y no fue fácil.

No.

Ni lo fue hacer guardia en la estación

velando la salida de cada tren

de cada autobús

anhelando que hubieras comprendido al fin

que era la hora de fugarse al centro de la Tierra.

Y me dije: ¿para qué?

¿Para qué seguir regando en vano tu vientre,

con mis lágrimas de cocodrilo?

Si yo no supe nunca llorar como un hombre

ni como lo haría una mujer o un niño

y nunca crecerá nada sobre ti

de todos modos,

porque tu hálito maldito consume o envenena

todo el aire y el oxígeno que te rodea

incluida sea la superficie

de tu piel mortal y muerta.

¿Para qué si solamente lloro

porque yo me empeño en transformarte

en gotas de agua calientes y saladas,

porque dice la televisión

que es lo que me falta para ser humano

y que alguien venga a rescatarme

y ya no tenga que recorrer más pasillos solo?

Lo que intento decir

es que te quiero porque tengo miedo,

pero nada más.

Porque se me han acabado las opciones.

Porque me aplico en la obsesión

como una niña de doce años

prisionera de un embarazo psicológico

clara y físicamente imposible.

Algo así de retorcido y enfermo.

Pero... ¿para qué?

Si tú no custodias ninguna respuesta.

Si en tu injusta complaciencia

cuando te trato de cubrir de luces

extiendes el manto opaco de la noche

y finges no saber quién se comió el Sol

para vomitar la Luna.

Tú,

que inventaste la definición de limosna

y que cada vez que propongo propones de vuelta

un espejo deformado donde puedo imaginar

escenas que no están ocurriendo

que huelen azufre y suenan a llamas

donde soy feliz y que sirven

para distraerme mientras te subes al taxi y huyes.

Vete, yo me haré primero pequeño

y luego diminuto

para poder entrar a formar parte del reflejo.

¿Y sabes todo esto,

para qué?

Si no lo sabes, los sospechas:

para nada.

Cuando acabes conmigo finalmente

no quedará nada de ti en mi ya

ni en ninguna otra parte.

Serás poco menos que un recuerdo

o puede que ni tan siquiera

porque para que te recuerden

deberán querer pensar en ti

traerte de vuelta

pero ya no quedará ninguno

y ninguno será capaz de desentrañar

el laberinto de la memoria.

No quedarán restos que guíen tu búsqueda.

No te encontrarán en un descampado

ni en los márgenes del río ni en el fondo de los pozos.

Ni en el maletero de algún coche

abandonado cerca de un bar de carretera.

Tu reino ya no será de este mundo

y te arrepentirás de no haberte compartido

de no haber trascendido el ámbar de tu carcasa

para haberte dejado un poco más de lo que fuiste

escondido dentro de alguno de aquellos

que en cierta ocasión, no hace tanto,

te amaron.

A modo de copia de seguridad de tu alma

ahora de existencia ya dudosa

si acaso un rumor que se difumina y se pierde

entre patios y callejones,

un canción de verano

de hace mucho tiempo.

Con lo que yo he sido

Las tetas son mi punto débil y quizá no debería escribirlo así, públicamente, porque podría leerlo mi archienemigo el Dr. Destrucción y utilizarlo en mi contra. Pero… hablar de ellas me relaja. De las tetas, digo. O antes lo hacía. Antes. Ahora, en cambio...
Me parece necesario detenerme en el concepto de debilidad que he planteado; es decir, por un lado las tetas siempre han producido un efecto, digamos, sensorial muy poderoso sobre mí. Vamos, que me ponen mucho.
Sin embargo, últimamente esa excitación se ha ido tornando en una especie de respeto con tintes de pánico. Ahora, cuando veo unos grandes pechos, turgentes y generosos, lo primero que siento, mucho antes de que me inunde el deseo, es un miedo irracional y paralizante. Me encuentro indefenso y un instinto de supervivencia primitivo y antes reprimido me empuja a esconderme debajo de una mesa. Y, por primera vez en mi vida, no siento el impulso de clavar mis ojos en cada poro de su superficie curva hasta formarme un perfecto mapa mental de ellas si no todo lo contrario: quiero apartar la vista, olvidar que nunca supe de ellas, pensar en otra cosa, en ancianas desnudas o en ajedrez o en ancianas desnudas jugando al ajedrez. Lo que sea.
Mi cuerpo me traiciona y, en contra de lo que dicta la lógica de la naturaleza, mis órganos no responden, no se expanden como deberían. Al revés, ese temor que me domina hace funcionar mi maquinaria en régimen inverso y mi pene en vez de crecer se encoge hasta alcanzar el tamaño de mis testículos, que también están contraídos, y por un momento temo que vayan a esconderse dentro de mi cuerpo de todo lo que se reducen. Y sé que, una vez desaparezcan, nunca más volverán porque allá dentro se sentirán más calientes y seguros y podrán olvidar el miedo a volver a enfrentarse a una talla 90, una 95, una 100 o, Dios no lo quiera, una 110 o más.
Así que me quedo blanco- ¿más blanco? Aún más blanco- e intento controlar mis temblores y mis lágrimas hasta que esos dos fetiches del deseo, antes representantes y recipientes de mis más oscuras y secretas pulsiones, desaparecen de mi vista. Hasta que deja de chillar mi sentido arácnido y la alarma de mi radar de peligro se calma.
¿Qué va a ser de mí? ¡Oh, decidme! ¿Qué, si siento más espanto cuando me apunta un pezón que cuando me apunta un arma de fuego?

miércoles, 2 de marzo de 2011

Apunte para un futuro diálogo o Me aburro 2

¿A ti no te habían partido el corazón?
Sí, pero ya está curado. Puedes venir a rompérmelo otra vez cuando tú quieras.

Me aburro

¿Cuánto puede quedar? ¿Te sientes afortunado hoy, crees que acertarás? Vamos, di una fecha.

¿Cuánto hasta que ya no valgan las promesas, las mentiras que te cuentas antes de apagar las luces? Puedes seguir engañándote un tiempo pero también has de saber que dejarás de ser útil, cuando ya no tengas información con la que negociar, cuando ya no tengas nada que decir, cuando tu piel comience a plegarse. Y lo hará. ¿Cuánto hasta que se acabe el cuero? Tus pastillas rojas y amarillas no durarán para siempre y en algún momento no muy lejano tus dedos puede que dejen de simular la forma de una pistola para pasar a empuñar finalmente una. La gravedad atrae a la materia con una aceleración de 9,81 m/s² aproximadamente y, amigo, eso impresiona mucho cuando es tu cuerpo el que baja desde arriba hasta abajo. El trayecto desde A- siendo A el alfeizar o la cornisa- hasta B- el suelo- esta vez es mortal y pensárselo dos veces puede que en esta ocasión se te antoje un tano escaso. Porque es todo un viaje y no todos están preparados.

¿Tú qué dices? ¿Quieres salir en los periódicos? ¿Cuánto pasará desde que la gente empiece a indagar en tu historia hasta que se olviden? ¿Cuánto hasta que Christian Bale haga de ti en una película porque Brad Pitt tenía problemas de agenda?

martes, 1 de marzo de 2011

Mucho tiempo solo y se te jode la cabeza

He empezado a escribirte una poesía
sí,
como lo oyes,
y me he peleado durante algún tiempo
con las palabras y las imágenes.
Sabía más o menos
qué quería decirte y cómo
pero de pronto lo he olvidado
y he pensado ¿para qué?
Si de todos modos no la quiero...

lunes, 28 de febrero de 2011

Hospital Central

Ayer le pregunté al médico, y no me supo responder.
Así que no lo sé; no sé si es cierto que a todas las mujeres les ha dado por oler a ti o es que tengo dos neuronas que han hecho mala conexión entre el bulbo olfatorio y la corteza cerebral.

domingo, 20 de febrero de 2011

Squash

Lo malo del squash es que no es fácil encontrar pareja.
En eso se parece a la vida.

sábado, 19 de febrero de 2011

Carne de entrevista

Siento que mi lugar no es este
y sí lo pueden ser
el desierto o la frontera.
Quisiera que las cosas fueran de otro modo.
Sin embargo sospecho que ya es tarde
porque aunque nací para estar solo
he crecido entre la maldición
de estar rodeado de cosas.

viernes, 18 de febrero de 2011

Post Break- Up Sex

Están pasando muchas más cosas en el Universo. Ahora mismo. Algunas, mucho más importantes.
Por ejemplo: un perro ladra en un callejón cochambroso, cubierto por sombras y en alguna otra parte un Sol se colapsa y muere, acabando con la promesa de futuros Domingos para todo un sistema completo.
Ella sonríe y, por un momento, el mundo parece un lugar mejor. Él se olvida de los disturbios en países de Oriente Medio, y se olvida de la cola del paro. Piensa para sí mismo: puede que no esté todo perdido. Piensa para sí mismo: que no se me olvide comprar huevos de camino a casa. Todavía sonriendo, ella le habla a él de las ventajas del sexo post-ruptura. Es placentero. Es casual. Y, dado que han roto, luego no debe preocuparse de si debe llamarla al día siguiente; la respuesta es no.
Él no puede dejar de valorar la calidad de esas razones como posible eslogan. Tienen fuerza, y son directas. Sin embargo, tampoco puede evitar tragar un poco de sangre al darse cuenta de lo jodidamente cruel, egoísta y desconsiderada que puede llegar a ser la gente. Tanto que hasta que se podría decir que resulta antiestético.
Hace un cálculo rápido de las probabilidades de que a ella se le escape que él todavía la quiere más que a nada en el mundo y que no deja de dolerle en cada fibra. Llega a la conclusión de que son bastante remotas. Y, sin embargo, allí están: él tratando de acordarse de cómo se comporta un hombre y ella ofreciéndole sexo placentero, casual y, sobre todo, sin compromiso. Migajas envenenadas.
Cosas de la globalización y el célebre “efecto mariposa”: en otro lugar del planeta una margarita llora y un reducido grupo de personas celebra un oficio por lo poco que quedaba del alma de ella, que acaba de desaparecer. Justo al mismo tiempo que ella pronunciaba las palabras “sexo casual”, esos últimos pedacitos se han roto dejando tras de sí un eco; un sonido a medio camino entre el que povoca un tiovivo que se para y chirría y una bocina que anuncia al concursante que su respuesta ha sido incorrecta.
Estas dramáticas escenas son contempladas por un hombrecillo verde, sentado en un platillo volante que lleva milenios orbitando alrededor del globo. Hoy, después de todo, ese paciente observador y estudioso niega con la cabeza y pierde la fe en la raza humana.

jueves, 17 de febrero de 2011

Cuando tenía 18, tiraba más por el clasicismo

Las manos, prestas, te llaman.
Son estas,
las mismas que entonces
con precipitación te trataron.
Ahora palpan el aire
y el humo
que quedó cuando marchaste
y son las mismas que otra noche
las estrellas te mostraron.
Son las mismas, te prometo
que escribieron, sí, tu nombre
en la arena de las playas
y en lo azul del océano.
Lo sé bien, porque son mías,
son mías estas manos.
Abrazarte quieren, ¡ideal profano!
y aunque sé bien que no pueden
siguen pretendiendo arrancar hoy
del papel un retazo, un recuerdo
en añoranza
de lo que una vez tocaron.

martes, 15 de febrero de 2011

Fievel en el Nuevo Mundo

Últimamente sufro un terco bloqueo que no sólo me impide escribir algo mínimamente válido desde el punto de vista formal si no que directamente me quita todas las ganas de intentarlo. Llámalo pereza, llámalo inutilidad o llámalo como más te apetezca.
Pero me he propuesto escribir regularmente así que en estos momentos de necesidad siempre me queda hacerlo sobre el único género que se escribe solo, debido a su interés inherente: mi vida. Es mi tema favorito.
El tema de hoy: “Cómo siempre nos quejamos de lo aburrido que es salir siempre por Madrid y cómo luego cada noche que salimos fuera es la peor noche.”
Long story short: era Viernes y estábamos en Santander. Salir por Santander es el infierno.
Primero pasamos un par de horas bebiendo minis bastante baratos pero de dudosa calidad en un rústico bar de moda. Allí, ellos iban vestidos como si acabaran de salir de Fama 5 y ellas intentaban, como buenas chicas que habitan una ciudad con vocación de pueblo, compensar sus facciones poco agraciadas con generosos escotes. ¿La verdad? A mí me vale.
Nos sentíamos los sheriffs de la localidad, teníamos la sensación de que todas las mujeres nos deseaban y la noche prometía.
Como era de esperar y como ocurre siempre aunque nosotros intentemos convencernos de que esta vez no, que esta vez será distinta, fuimos alternando pubs lastimosos con garitos directamente lamentables hasta que llegamos a ese bar. Todas las noches fracasadas contienen un bar o discoteca que hace las veces de agujero negro y acaba con toda esperanza de sacar algo en limpio de esa excursión noctámbula.
No sé por qué seguimos buscando algo de exotismo periférico en esta modalidad de salidas cuando la verdad es que yo no acabo de tomarle el pulso a este tipo de turismo nocturno.
Nuestra perdición en este caso fue un disco-pub muy recomendado por todas las chicas a las que preguntamos y que tenía dos barras de madera. Una barra de madera es siempre un mal augurio, aunque, claro, también podría habernos hecho desconfiar el hecho de que el garito en cuestión se llamara Malaespina. Bien visto, debía haber sido la pista.
En fin, barras de madera. Toda barra de madera viene acompañada de un grupo de treintañeros con las sudaderas anudadas alrededor de la cintura, bailando en círculo.
Al observarles me invade la sensación de que yo con quince años no parecía tan retrasadamente eufórico en una discoteca ni hacía tanto el papanatas. A esa oleada de aprensión que me producen se une una inyección súbita de miedo irracional que me recorre el espinazo. Debo controlar el impulso de correr hacia algún amigo, agarrarle por las solapas y gritarle: “No me dejes acabar así, antes pégame un tiro”, mientras señalo a algún arrítmico bailarín con el polo metido por dentro de los pantalones. En serio, si tenéis treinta años quedaros en casa con vuestra vergüenza. O, por lo menos, no vayáis a locales donde quepa la posibilidad de que haya gente que todavía pueda enderezar su vida.
De esos ya-no-tan-jóvenes se desprende una cierta desesperación, un nerviosismo mal disimulado que proviene del hecho de que tienen treinta y pico y siguen como estaban a los 20; sin novia y saliendo como descerebrados.
Solo que ahora son más feos, ley de vida, y no entienden la música tan moderna que ponen. Prefieren a los buenos, los de antes, ¿qué fue de Modestia Aparte, quién es esta Lady Gaga que grita tanto?
Y las mujeres… mirándonos a todos con ojos de hiena que lleva meses sin probar la carne tierna de cachorro. A todos menos a mí, claro. Cuando salgo por las noches a veces tengo la impresión de llevar escrito en la frente un “No me toques, tengo lepra. No me mires, podrías convertirte en piedra”.
Qué noche tan triste, qué decoración tan extraña. Qué denso el ambiente de rendición final.
Recuerdo preguntarle a la oronda camarera si acaso aquel era el último bar de Santander al cual ir a buscar esposa. Una especie de intento terminal antes de abandonarse a la pistola.

Vaya, es espectacular. De verdad. Cuando me pongo a escribir sobre mí mismo, va todo rodado, sale solo. Qué gusto.
Aunque no quiero despedirme sin intentar al menos construir una frase de alguna riqueza léxica, como por ejemplo:
“Mi esperanza está prendida de tus ojos y espera el siguiente parpadeo al igual que el traje de los Domingos espera, triste, el próximo día de fiesta colgado de una percha”. Na, qué va. Hoy estoy inútil. Lo dejamos aquí.

jueves, 10 de febrero de 2011

Gustos de sibarita

Me dejas un sabor raro en la boca y sí, podría decir que relativamente desagradable.
Contemplo tu cuerpo desnudo. Es rotundo y es perfecto, no hay duda. Cualquier otro, incluso yo mismo no hace tanto, te arrancaría no sólo la ropa si no también la misma piel poseído por el ansía de tocarte. Mis dedos deberían temblar, ansiosos de asir tu carne y penetrarla hasta que mis yemas pudieran tocar más allá de tus músculos calientes, llegar al hueso y grabar sobre él con mis uñas muescas de deseo. Pero no lo hacen. No tiemblan, no traspasan, no graban.
Lo último que pienso relacionado contigo es que hay algo salvaje en tu belleza, y eso se me antoja agresivo, no me siento cómodo con tus rasgos.
Luego mi mente se fuga, no sé si a otro lugar o a otro momento. Me descubro soñando que te evaporas y tu masa la sustituye el cuerpo de ella, su piel lisa y blanca. Su piel escasa, tersa y blanca. Sus formas afiladas, su menudez recubierta de piel tan blanca. Su piel. Su piel: blanca, blanca, blanca. Mucho menos abundante y sin embargo...
Ojalá fueran sus brazos los que tengo entre los míos y ojalá tuviera que poner cuidado en no lastimarlos, en ser gentil cuando mis manos se posen sobre sus costillas.
Yo mismo no hubiera imaginado nunca que teniéndote rodeando con tus piernas mi espalda extrañaría tanto sus delicadas lineas de porcelana.

Cosas que debería haber aprendido antes de los 22 (I)

Este es el primero de (creo, pero todo depende de mi incontrolable apetito por el nihilismo-trascendentalismo) muchos capítulos sobre ciertos principios que debería haber asimilado durante todos estos años de vidas. Aquí van todas esas cosas en las que, junto a la magia, el ratoncito Pérez, Papá Noel y la Navidad en general así como el amor, un tipo de 22 años ya no debería creer. No me deís las gracias todavía, probablemente todo lo que leáis aquí no hagan retumbar los cimientos de vuestra realidad. Sois más listos que yo, ya habreís llegado a estas conclusiones hace mucho tiempo, seguro.

Ahí va la primera de ellas:

ORIGEN no existe. No es posible llevarlo a cabo. Está demostrado que cuando quieres cortar con una chica no queda otra que mirarle a la cara y decírselo sin rodeos. Actuar de manera distante y desagradable para evitar la confrontación, pretendiendo que ella se canse de ti y decida dejarte no funciona. Hacerle creer que la idea ha sido suya no es una alternativa real. Afrontémoslo.
Al final, el resultado es el mismo, pero peor: siempre tendrás que acabar teniendo la maldita conversación con ella, pero las cosas estarán mucho mas viciadas. Gracias, Hollywood.
ORIGEN es una patraña. No me importa lo que diga Leonardo diCaprio. De todos modos, no puedes fiarte de un tipo que tiene 30 años y todavía no necesita afeitarse.

martes, 8 de febrero de 2011

Estos son mis deberes ahora

No tengo pruebas, ni argumentos que lo corroboren. Pero estoy convencido de que la vida debe ser más fácil si eres fotogénico. Saber que siempre se sale bien en las fotos es un alivio. No me imagino cómo es posar para una foto sin intentar ser consciente de cada músculo de la cara y pretender colocarlos lo mejor posible.
A mí me gustaría ser fotogénico. Me gustaría ser fotogénico o si no, forajido. Llevar una vida desordenada y efímera como la de una bala. Salir ahí fuera sabiendo que no es una opción no destruirse y preocuparse solamente de impactar los más fuerte posible. Volar giroscópicamente hacia un objetivo y no tener que tener en cuenta nada más. Eso debe ser liberador, casi tanto como ser fotogénico.
Yo intento mantenerme en marcha estos días. Y sobre todo estas noches. Sólo necesito un poco de dinero y carecer de una buena excusa. Y ya estoy fuera. Me da mucho miedo parar y que la vida me sorprenda en mi casa sobria y sin una historia. Aunque más tarde yo tampoco sea capaz de contarla como es debido.
Así que no paro de correr como Forrest Gump, hacia delante como una bala. Lo hago porque no se me ocurre nada mejor y porque de este modo, cuando la cámara haga clic, podré decir que salgo mal porque estaba muy borracho y no porque sea feo.

domingo, 6 de febrero de 2011

Hoy hago 22

Los amigos son esos tíos que salen a beber contigo sólo porque es tu cumpleaños, aunque el mes no sea el idóneo y aunque el suelo esté pegajoso, las copas caras y todos estén durmiendo en casa.
Gracias. Gracias Aguinaga, gracias Oli, gracias Galán y gracias Moro.
Me llamo Álvaro Núñez González, me llaman Jota y tengo 22 años.
Sujetáos los tirantes, este puede ser un buen año.

lunes, 31 de enero de 2011

De mayor quiero ser hijo de puta

Ninguna buena acción queda sin su castigo.
Es una de esas frases. La gente la dice, sobre todo en las películas.
Empiezo a pensar que no es un simple cliché.
Soy la mejor persona que conozco. Con diferencia. En serio. Si a alguien le produce rechazo el que exprese esta idea tan directamente, que se joda. Si alguno opina que no debería decir algo así con la absoluta tranquilidad con la que lo digo, que se joda. Porque es la puta verdad. Y sí, voy a decir palabrotas. Y sí, voy a escupirlo como si estuviéramos frente a frente.
Decía que no conozco a nadie que sea mejor persona que yo. Nadie más cuidadoso con los demás, nadie que vigile con tanta atención el no provocar molestias a otros, aunque éstos sean desconocidos. Digo gracias y buenos días, sonrío cuando entro en el ascensor y sujeto la puerta si alguien se dispone a entrar o salir después de que yo lo haga. Pongo el intermitente cuando voy a salir de las rotondas, para que el que quiera entrar no deba frenar innecesariamente.
No hago daño a nadie de los que me rodea. Nunca de manera intencionada, jamás de forma gratuita. Y cuando tengo que ir a por alguien, marco muy bien el límite que me parece justo, la línea que no quiero cruzar, que se me antoja desproporcionada y alejada. Y suele ser una línea bastante conservadora.
Soy mejor que todos vosotros. Tanto que me cuesta soportarlo. Y me resulta tan fácil serlo que me enferma que nadie más lo sea. Si hubiera dos o tres tipos más como yo, el mundo sería un 73% mejor.
Y soy tan jodidamente bueno que el mismo Universo se ha tomado como algo personal que mi castigo sea constante y perpetuo. Cada segundo de mi vida es una buena acción y cada segundo que le sigue es un salvaje correctivo y es una bofetada y es una carcajada cruel que el Universo se permite a mi costa. Invito yo, aunque no pregunte.
El Universo, que tiene un sentido del humor muy personal, no deja de darme por el culo. Aunque sabe que no me gusta, aunque sabe que no quiero. Me da por el culo una y otra vez, sin parar y sin cariño. Cuando menos me lo espero, cuando estoy despistado, cuando me acaba de dar y por un momento supongo que tardará un rato en volver a hacerlo.
Me da por culo y ni siquiera me acaricia, no me susurra palabras bonitas al oído y nunca me llama la mañana siguiente. Sólo lo hace, según le venga en gana. Él es el Universo y yo soy su putita. No pide perdón ni se molesta en fingir que se ha equivocado de agujero.
Y yo estoy harto de encajarlas y estoy harto de todo esto. El mundo es una puta mierda y eso, como que yo soy el mejor de los que lo habitan, no admite discusión. Y estoy tan harto de hacer mi parte y sólo recibir golpes por ello, y es todo tan inútil que a lo mejor pruebo qué se siente al no serlo.
Y entonces, a lo mejor os van a joder, como me llevan jodiendo a mí desde hace tanto. Y cuando sea un hijo de puta y por fin me empiecen a pasar cosas buenas va a ser una maldita orgía de felicidad. Y el cabrón del Universo no va a saber cómo devolverme todos estos años de martirio. Porque llevo tragando tanta mierda tanto tiempo que cuando cambie de papeles me voy a correr de tanto gusto tan de repente y probablemente tenga que descerrajarme un tiro en la cara porque no sabré cómo coño se aguanta tanta alegría.

viernes, 28 de enero de 2011

Niñas guapas que beben Red Bull sin azúcar

Hola, ¿qué tal?, buenos días. ¿Vende usted cocaína? ¿Sí? Ah, genial, perfecto. Pues me llevo dos gramitos- sonrisa encantadora-. Ah, espere, mejor... ¿la tiene light? Es que estoy a dieta, ¿sabe? Hay que cuidarse, mantener la línea.

Di que sí guapa, di que sí.

viernes, 21 de enero de 2011

Y tú, ¿qué haces?

No sé quíen dijo esta frase. Quino (dibujante de Mafalda) tampoco. Pero se la he leído a él en una entrevista, citándola.
"El mundo sólo lo cambian los pesimistas, porque los optimistas se piensan que ya se cambiará él solo"
Cualquiera que me conozca sabe que soy un tipo pesimista hasta el extremo. A veces a la gente le resulta molesto. A veces, me lo resulta a mí.
Yo no es que suela ver el vaso medio vacío, es que en muchas ocasiones lo veo vacío completamente.
Pero, ¿sabéis qué?: eso me hace estar continuamente tratando de encontrar el modo de llenarlo. Veo lo que está mal y procuro cambiarlo, intento arreglar lo que está roto de lo que me rodea. Me esfuerzo en mejorar mi mundo, vuestro mundo.
Decís que os deprimo, ¿qué hacéis vosotros?

Tu legado y tu tarjeta de visita

Aunque hace mucho ya que te marchaste y me dejaste aquí solo, resentido y anciano, aún sigo de cuando en cuando desenvolviendo algunos regalos que abandonaste tras de tí.
¿El último? La paranoia.
Gracias. En serio; de puta madre.

martes, 18 de enero de 2011

Radiante Cataclismo

Wendy, Michael y John vuelan ya en la noche y Peter es poco más que un punto lejano y verde dirigiéndose veloz hacia la Estrella Polar.
La noche es fresca y húmeda y Londres está preñado de luces.
Campanilla revolotea alrededor de mi cabeza, su vocecilla apremiándome.
"Para poder volar sólo necesitas una pizca de polvos mágicos y un pensamiento feliz".
Ella tiene los polvos mágicos y el resto es cosa mía. Necesito ponerme en marcha.
Campanilla sigue dándome vueltas y sus alitas emiten un zumbido nervioso como de mosquito peligroso. "¡Vamos!¡Se alejan, los perderemos!"
Nana me ladra, apoyando sus patas delanteras sobre mi rodilla y en su ¡Guau!¡Guau! me parece oir ¡Pensamiento feliz! ¡Pensamiento feliz!.
Sacudo la cabeza, cierro los ojos. Trato de concentrarme y exploro dentro de mi cabeza en busca de un pensamiento feliz.
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Me imagino de pie, desnudo y plantado ante la nube en forma de hongo que quedó tras la explosión nuclear. Empalmado por el efecto de su poderío. Que con los brazos abiertos saludaré al nuevo orden haciéndole una reverencia. "Oh, dios de la destrucción, ardiente átomo, gracias por tu pureza y por todas estas muertes".
Todavía desnudo, me pasearé entre las ruinas de nuestra civilización y me parecerán los restos infames de una cárcel milenaria de perverso recuerdo.
Seré feliz danzando entre cascotes, como en un ballet de la celebración de vuestra partida y yo seré público y yo seré artista. Completamente solo, ya sin vosotros, mis pies descalzos no serán heridos por los restos y escombros porque ninguno quedará para decirme lo que es el dolor y mi mente y mi cuerpo se darán prisa en olvidar ese nombre, incapaces de asociarlo a ningún concepto.
Todo vuestro mal se esfumará con vosotros. Tras la desaparición seguirá la supresión de vuestro legado: los tipos de interés, las hipotécas y los trabajos que desempeñamos para pagarlos.
Tan sólo prevaleceremos yo y el eco, las explosiones residuales de fondo como una orquesta de bienvenida al olvido; Wendy, John, Michael, Peter y Campanilla no serán más que esqueletos calientes y ennegrecidos. Humeantes.
Y a un gesto de mis manos brotarán árboles donde antes había cajeros automáticos, se abrirán boquetes que tragarán coches y boutiques y de esas grietas se manifestarán plantas reverdecidas, tras un eructo de placer de la tierra. Porque son un abono inmejorable, toda esa seda, los perfumes.
Esa noche dormiré por fin como un bebé libre de preocupaciones y, a la mañana siguiente, todo se repetirá.
Volverá a empezar el mismo día de nuevo que, una vez más, acabará sin vosotros en él.
Y no os extrañará el viento, ni las palomas ni las margaritas. No os extrañaré yo.
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Campanilla aplaude contenta, estoy elevándome sobre el suelo. "¡Deprisa! Debemos alcanzarles!".
Volamos sobre el Támesis, pasamos el Big Ben y Campanilla sigue sonriendo, feliz por mí, que experimento por primera vez la sensación de volar sobre la ciudad. Por un momento me enternece y casi me da pena pensar que voy a matarlos a todos y que voy a reducir el País de Nunca Jamás hasta las cenizas.

miércoles, 12 de enero de 2011

Anatomía de Gray

Recuerdo: Imagen que se tiene en la memoria de un momento del pasado.
Memoria: La capacidad mental que posibilita a un sujeto registrar, conservar y evocar las experiencias (ideas, imágenes, acontecimientos, sentimientos, etc.). El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española la define como: «Potencia del alma, por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado». En serio.
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Hay ciertas cosas que me gustaría olvidar. Pero algunos momentos caminaron con pies ardientes sobre mi cerebro y sus huellas pronto mudaron a cicatrices.
Rastros caprichosos de otro tiempo- ¿cómo iban a no serlo, si provienen de ti?-, manchas rebeldes y resecas sobre la alfombra descolorida que voy dejando atrás.
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Los psicólogos y neurocientíficos están generalmente de acuerdo en que el hipocampo tiene un papel importante en la formación de nuevos recuerdos de los acontecimientos experimentados, tanto episódicos como autobiográficos.
No pretendo ponerme científico, así que hagamos como que el hipocampo es la parte del cerebro que se ocupa de la memoria.
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Cierro los ojos y, a veces, veo- ¿captáis la paradoja?- un fogonazo de un balcón al cual no quiero volver. Procede de una región del globo en la que fui profundamente infeliz y donde algún día, estoy convencido, deberé volver para morir. Nada bueno me aguarda allí, es un lugar maldito. Y me persigue cuando todo está oscuro.
Ese balcón da a un muro cubierto de maleza. Abajo, un patio descuidado está esparcido todo de hojas secas y algo de basura.
Ese balcón pertenece a un cuarto. Un cuarto lleno de dolor en el que se encuentra un tipo que fue yo hace mucho tiempo. O yo fui él, llegados a este punto me confundo. Por fuera se parece a mí, y por dentro. Pero no me reconozco en él. Se parece, y sin embargo... Es otro. Aunque nadie lo diría. Es para mí un extraño.
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El hipocampo está situado en la parte interior del cerebro, rodeado de otras áreas vitales del mismo. Está, como dicta el cruel sentido del humor de Dios, bien protegido. Para destruir los recuerdos antes hay que destruirse a uno mismo. No es posible hundirse un taladro en el cráneo y destruir la memoria sin antes perforar, por ejemplo, el área sensorial del lenguaje y el lóbulo temporal (que se encarga de llevar a cabo labores visuales complejas, como el reconocimiento de rostros). Y tú, ¿qué estarías dispuesto a sacrificar por olvidar?
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Ese doble de la habitación, ese mellizo que fuma tanto que tiene los dedos amarillos, es una versión de mí que murió en alguna esquina del pasado. Un aborto de lo que pudo ser y no. Ya no me parezco en nada a él y me asusta porque, entonces, ¿quién es el real? ¿Ese perdedor, o la sombra que habita en mí ahora y que escribe esto? ¿Soy alguien en cualquier caso, si cada poco tiempo me convierto en un desconocido para mí mismo? ¿Qué clase de farsante soy? ¿Hay alguien que, como yo, sienta que ha dejado pedazos de sí abandonados en muchos lugares desagradables?
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Si cualquiera de los tipos que fui conociera al tipo que soy ahora, no se gustarían. Me he fallado a mí mismo.
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Junto a él, al otro lado de la mesa sobre la que reposa un cenicero que desborda colillas y cadáveres, hay una mujer. Esa mujer eres la tú de aquel momento. Y también es una extraña para mí, pero también lo eres tú ahora. Siento que no os conozco a ninguna de las dos, que nunca os conocí. Sin embargo, hace tan poco tiempo que sólo parece que fuera en otra vida, compartimos algo. Tuvimos nuestra propia intimidad, nuestros códigos. Eso lo sé, es una certeza, pero no lo siento así. A diferencia de la habitación, el muro y el patio, eso no puedo recordarlo; no recuerdo lo que era quererte aunque sospeche que lo hice. No puedo escarbar tanto.
Los cuentos que aprendes de niño no te preparan para esta clase de historias.
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La capacidad de raciocinio, así como nuestros pulgares prensiles, es lo que nos diferencia del resto de animales. La combinación de éstos permitió que el ser humano desarrollara la capacidad de crear y manipular herramientas que le dotaron de la facultad de interactuar con el entorno y modificarlo de acuerdo a sus intereses. Esta es la base de nuestro progreso como especie.
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Aquel momento está tan desconectado del presente que podríamos pensar que nunca ocurrió, que fue quizá parte de un sueño que a la mañana siguiente acabó confundiéndose con la realidad.
No parece coherente. Que sufrieras por mí, que imploraras una oportunidad, rogando que volviera. Y que ahora no me escribas para felicitarme en mi cumpleaños. Hubo una época en la que no te atrevías a acercarte por aquí temiendo verme y sentir que te saltabas un latido, que te dolía entre los ojos. No querías comprobar cómo cambiaba el mismo paisaje solamente por el hecho de que ya no quisiera tenerte cerca. Descubrir la total falta de encanto de estos edificios, antes camuflada por lo feliz que eras conmigo.
Es curioso, ¿no te parece? Cómo nos traicionamos a nosotros mismos, digo. El hecho de que te extrañe que antes vistieras así, te gustara aquella música, me encontraras atractivo.
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Las células de la memoria son las más complicadas de eliminar. Nos definen como personas. Es físicamente imposible beber hasta olvidar.
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Actualmente no tengo contacto con ninguna mujer con la que haya mantenido una relación amorosa. Cuando nos encontramos después de mucho tiempo me es complicado aceptar que las amé, me resultan ajenas. Es gente con la que no tengo nada en común. Intuyo que a ellas les sucede algo parecido. Todas me decepcionaron para después desaparecer de mi vida. Me abandonaron.
Yo tampoco tengo ya nada en común conmigo mismo.
He estado enamorado pero nunca he hecho el amor. Eso es algo en lo que también intento no pensar, pero fracaso.
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Mi antiguo yo quiere regresar al futuro. Pobre; no sabe que no queda nada para él allí. Que el futuro es un tiempo insustancial y disociado en el que tú ya no lloras por mí.
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Esto es una reflexión sobre lo lejos que está todo aquello que ya ha ocurrido, y poco a poco ha ido derivando en nada. Lamento haberos hecho perder el tiempo, prevenid a los demás. Decidles que no sacarán nada en claro de esto. Se me ha escapado de las manos.
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Recuerdo: Maldición disfuncional del pasado, unida ineludiblemente a la memoria.
Memoria: Colección de fantasmas.